No quiero… ¡No quiero! Aunque no quiera, mi destino está
claramente escrito. Voy a morir y ya; nunca le importé a nadie, tampoco es que
me esforzara en tener amigos: como que si no te puedes mover ni un milímetro,
es muy poco probable que los hagas.
¿Por qué tengo que morir? No he hecho daño alguno como para
ser condenado a muerte, es…injusto, sí, eso. Y además de ser ejecutado, ¿por
qué tú, oh, gran monstruo, me castigas viendo a mis camaradas morir? No te
basta, nunca es suficiente para ti, ¿verdad? Te los comes, así, sin más, sin
importar lo importante que es la vida de cada uno.
Ya solo quedamos cuatro; si pudiera moverme, cogería ese
gran artilugio plateado de ahí y vengaría a mis compañeros, aunque no saliera
triunfal me habría sentido especial e importante en toda mi insignificante y
corta vida, enserio. Sé que no me escuchas, pues estos son mis pensamientos,
pero si pudieras leer la mente, espero que no me perdones
la vida, de verdad. Mi existencia no ha sido lo que se dice buena, podías haberme
comido a mí y haber liberado a los demás. Pero no. Te gusta vernos sufrir. Es
más, es como si ignoraras nuestro dolor. Te gusta disfrutar de nuestro sabor,
eres asqueroso.
¡Oh! Mi turno ha llegado, al parecer has ignorado mis
pensamientos y te has comido a todos, solo quedo yo. Te tomas tu tiempo, ¿estás
lleno? Espero que no, no quiero seguir existiendo; acaba ya con esto.
Antes de morir, escucho las últimas palabras que oiré en
este mundo…las de mi asesino:
- - ¡Quiero más galletas, mami!
¡Genial, Antía! Me parece que este blog va a ser muy interesante ;)
ResponderEliminar¡Muchas gracias, Teresa!
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