23 noviembre 2018

Storm

-  ¡Si, por fin es viernes!­ – una pequeña chica se hallaba saltando de un lado a otro por toda su gran habitación color naranja pastel- ¡Puente, pueeeeeeeeeeente! –ella en verdad estaba realmente feliz, pues las clases le parecían bastante aburridas y le gustaba vivivi aventuras como a todo infante.

-     -   Jaja…-esa risa tan dulce solo podía ser de una persona: su madre. Ésta estaba apoyada en el marco de la puerta, admirando el divertido espectáculo que le estaba dando su querida hija.

Al oír la risa de su progenitora, la cara de la niña se ponía cada vez más de un tono rojizo, significando que se moría de vergüenza.

-     -  ¡Mamá, no te rías, mala persona! –nada más acabar la frase, un puchero se hizo frente en su rostro suave y frágil cual pluma.

-     -   Ay…vale, vale…-esbozó una gran sonrisa, conteniendo sus ganas de reír por la reciente acción de su hija- Venga, peque, prepara tus cosas para la acampada.

Los ojos de la niña se iluminaron como si el propio sol hubiera aparecido ahí, en ese mismo instante al decir esas palabras. Su rostro había vuelto a la normalidad y comenzó a sonreír, haciendo desaparecer el gesto antes hecho. Su madre desapareció del campo de visión de toda persona que se encontrara en la habitación color naranja pastel para dirigirse a su propio cuarto y así poder preparar sus cosas para la acampada junto al hombre de la casa.
Volviendo a la más joven de la vivienda, sí, la más joven pues tiene 13 años recién cumplidos hace casi más de un mes, y no tenía hermanos ni hermanas con los que compartir su tiempo ni experiencias. Ella es de cabellos oscuros, concretamente de color negro, con unas preciosas mechas moradas adornando la mitad de su pelo para abajo y ojos de un azul intenso. Siempre lleva puesta una chaqueta morada, en su opinión: dicha prenda le queda realmente bien por sus mechas.
Aventurera, simpática, amigable, creativa, extrovertida, valiente y lo más importante: divertida, esas son algunas de sus mejores cualidades.
De nombre sus padres le pusieron: Wendy.


-     -   A ver…-volviendo al presente, la chica de ojos azules como el mismísimo mar estaba repasando las cosas que iba a llevar a la acampada, pues ya había hecho su mochila y estaba comprobando que todo lo necesario estuviese ahí, para no olvidarse de nada importante-…¿ropa?…¡listo!...¿repelente?…¡listo!...¿pijama y saco de dormir?…¡listo! –después de nombrar y localizar más objetos, la chica casi se olvida de lo más importante- ¡Oh, cierto, casi se me olvida!, ropa cómoda y para caminar - ésta corrió hacia el armario, pues los vaqueros que llevaba no eran lo que se decía…cómodos, se decidió por unos leggins negros, porque, para ella, eran la mejor cosa para las aventuras, y una camiseta de manga corta de color blanca que le habían regalado por su último cumpleaños. Cuando acabó de cambiarse, se dirigió al zapatero que estaba en una esquina, cerca del armario, para coger unos tenis blancos y acto seguido ponérselos, ya que, estaba descalza- ¡listos y puestos! –en su rostro se formó una gran sonrisa- Pues… ¡Todo listo!

Se puso su amada y preciada chaqueta morada, que por cierto, se la regaló su queridísima abuela ya fallecida hace alrededor de un año, haciendo que esta prenda tuviese un valor incalculable para la chica, y se colgó su mochila, ya lista, en la espalda.
Al salir de su habitación, se dirigió al salón a ver si sus padres también estaban listos, pero no los encontró ahí, ni ahí ni en ningún sitio de la casa… Wendy empezaba a preocuparse, pero esta preocupación no duró ni diez segundos, pues había escuchado el claxon del coche de su padre en el jardín de delante. Se apresuró a salir por la puerta, <<¿¡Se van a ir sin mí!?>>, pensó.

-      -  ¡Por fin apareces! –dijo su padre mientras colocaba las cosas de la acampada en el maletero del coche- Ya empezábamos a pensar que al final no querías venir… -Wendy se sentía un poco enfadada. Su propio padre la acababa de llamar tardona en toda su cara. Al final lo tomó como una broma e ignoró el comentario- oye, cariño, hazme el favor y pásame esa caja.

La ojiazul cogió dicho objeto, un poco pesado en su opinión, y se lo dio a su padre. Éste respondió con un simple: “Muchas gracias, peque”, adornado con una sonrisa, a lo que ella correspondió devolviéndole el gesto a su querido progenitor.

-      -  ¡Todo preparado, venga, al coche, chicas! –ambas rieron y le obedecieron respondiendo con un: “¡Si, mi capitán!”

Ya dentro de esa máquina denominada coche, el único hombre de la casa, arrancó dicho transporte, poniendo rumbo al bosque donde sería la ansiada acampada.


Durante el largo trayecto, Wendy se quedó profundamente dormida después de estar admirando el paisaje durante un buen rato, mientras, sus padres, estaban escuchando tranquilamente la radio.


-      -  ¡Ya llegamos! - sonrió- ¡Despierta, dormilona! –dijo el padre de la poseedora de la chaqueta morada, intentando despertarla, mientras la madre estaba al lado de ella dándole suaves toques en el brazo para despertarla.

-      -  ¿Eh, qué? –abrió lentamente sus ojos, bostezando y estirándose, para luego incorporarse y darse cuenta de una cosa…- ¿Pero qué? –estaba sorprendida- ¡Si esto es un aparcamiento…!

Nadie le contestó, ya que sus padres la dejaron despertarse tranquilamente nada más ver que ésta empezó a abrir sus ojos.  Ambos estaban quitando las cosas del maletero.
Wendy bajó del coche situándose al lado de sus progenitores, y dijo mientras miraba a su alrededor:

-       - ¿Vamos a acampar aquí? –se hizo presente un silencio de por lo menos cinco segundos, por lo que decidió continuar hablando- ¡Qué bien! Mi primera acampada en un aparcamiento, ¡qué ilusión! –nada más acabar, empezó a dar pequeños saltitos en el sitio.

-       - No seas boba, cariño –dijo su madre con un tono dulce pero burlón- vamos a ir caminando hasta el bosque.

-     -   Pero… -Wendy se dio cuenta de un dato algo importante-…está oscureciendo…yyyyyyyyy paso de que nos perdamos –dijo cruzándose de brazos dando media vuelta.

-      -  ¡Venga, llegaremos antes de lo que piensas!

<<Otra vez intentando animarme con sus frases “positivas”…pues le voy a chafar el plan>>, pensó, para después añadir:

-       - Y… ¿Cuánto tardaremos en llegar? –sonrió maliciosamente, esperando a la metedura de pata de su padre.

-       - Pues…esto…tardaremos… –el silencio reinó durante alrededor de siete segundos, hasta que decidió continuar, para así, hacer lo que quería su hija-  …no sé.

La madre de Wendy fulminó con la mirada al que acababa de cometer un error que le costaría cocinar durante toda la semana como castigo para compensar semejante acto que para nada,  motivaba a la pequeña chica a moverse de ahí. Mientras, dicha persona estaba aguantándose, con todas sus fuerzas, las ganas de echarse a reír a carcajadas.

-       - EJEM, lo que tu padre quiso decir, -dijo ocultando su enfado la madre de Wendy- es que no tardaremos mucho; como dijo tu padre antes de fastidiarla, llegaremos antes de lo que tú piensas.

-      -  Vale…- dijo la ojiazul para empezar a seguir a sus padres, pues estos ya habían comenzado a andar.

<<Mamá me ha mentido, estoy pensando y aún no hemos llegado…que triste es que tu propia madre te mienta en la cara en mitad de una acampada…>>, pensaba Wendy, distraída.
Decidió dirigir sus pensamientos hacia otra cosa, como por ejemplo: el bosque en el que se encontraba con su familia. <<Wow… a pesar de estar oscureciendo, el bosque no parece muy terrorífico…es más, es perfecto para… ¡oh, no, la cámara!, ¡Me la dejé en casa!>>, siguió hablando en su interior, pues cuanto más lo hacía, menos aburrida estaba y más rápido le parecía que pasaba el tiempo.

-       - ¡Qué bonito está el bosque…!  -dijo la madre de la chica de cabellos morados y negros- ¡Tenía que haber traído la cámara! Bueno, usaré la del móvil.

-      -  Que no se te gaste la batería, cariño…recuerda que solo tenemos tres baterías portátiles para cargar los móviles…

-     -   Si, si, lo sé –ignorando a su esposo, empezó a sacar fotos.

<<¡¿Qué narices?! ¿Desde cuándo mi madre sabe leer la mente? Si es así…yo he podido heredarlo, ¿no?>>, su imaginación era impresionante.

-      -  ¡Hey! –dijo el padre de Wendy, llamando la atención de sus dos acompañantes- ¡Un señor!, le preguntaremos por si acaso por donde se va al Centro de Acampada

Era un señor realmente mayor, en otras palabras, un anciano, pues por su aspecto parecía rondar los ochenta años, por lo menos. Una gran barba gris, por la suciedad, se adueñaba de la cara del pobre hombre y el poco pelo que tenía en la cabeza, era del mismo color que el elemento antes mencionado. Vestía ropas andrajosas, pues estaban rotas y sucias, con manchas de distintos tamaños y de diferentes colores, y descoloridas. Lo más destacable era las brillantes botas que acogían a sus pies; también llevaba un sombrero de paja que parecía hecho por él mismo.
Dicha persona se encontraba limpiando una escopeta con un trozo de tela que, al igual que la ropa, estaba descolorida.
La familia se acercó al nuevo sujeto, pero, Wendy, se quedó con su madre, es decir, un paso por detrás de su querido padre. Solo la ojiazul sentía un poco de miedo.

-      -  ¡Buenas tardes, señor! –el padre empezó a hablarle a aquella extraña persona- ¿Podría indicarnos por dónde ir al Centro de Acampada?

<<Bien empezamos…>>, el sarcasmo era un recurso bastante utilizado por la chica, le encantaba, le hacía sentirse realmente bien.

El anciano no respondió.

-     -   Emmm… ¿señor? –se atrevió a decir la madre de Wendy- ¿Está usted bien?

De repente, se escuchó un disparo; esto hizo a la familia entera sobresaltarse.

-      -  Esta escopeta…- dijo, por fin, el misterioso anciano-…puede ser vieja, pero eso no quiere decir que no sea potente, ¿ven?

Todos, menos el que acababa de hablar, se quedaron petrificados, haciendo que el silencio se apoderara otra vez más del lugar; no se escuchaba el píar de los pájaros, ni el sonido del viento moviendo las hojas de los árboles…no se escuchaba nada. Solo silencio. Nada más.

-       - Es de muy mala educación no responder a una pregunta –dijo el anciano levantando la cabeza, ya que había estado todo el tiempo mirando su preciosa arma- Eso no me gusta…tendrán que aprender modales…

Nada más acabar la frase, Wendy se convirtió en un manojo de nervios, pues, aparte del tono de voz y de lo que acababa de decir, el hombre tenía un ojo de cristal. “La combinación perfecta”, según  ella.

-       - Disculpe, señor, con todos mis respetos…-dijo el padre de la chica, armado de valor- pero usted tampoco nos ha respondido.

Wendy empezó a sentir admiración por su padre, pues él acababa de demostrar que era realmente valiente.
El anciano sonrió por ese gesto inesperado y decidió contestarle con una simple frase:

-       - Tiene usted toda la razón, está por allí, siguiendo esa especie de senda –señaló la parte más oscura del bosque, a la que casi no se veía nada.

-      -  Gracias –dijo, cortante, el padre de Wendy.

Los padres de la chica empezaron a caminar por donde dijo el anciano, pero, Wendy, antes de seguirles, escuchó al poseedor de la escopeta murmurar algo que solo llegó a oír ella y que le puso los pelos de punta:

-       - Parece que Storm va a poder comer hoy…-decía el anciano-  Estúpidos…venir precisamente el día en el que vuelve a la vida …

Nada más acabar  su frase, éste empezó a reírse de una manera que congeló completamente toda la sangre de la oyente.

-       - Bien, pandilla –dijo el padre de la ojiazul- ¡Por aquí!

-       - Si…-dijeron, al unísono, Wendy y su madre, ambas aún asustadas por lo sucedido.

Los dos adultos caminaban, ya, tranquilamente atentos en el camino por el que iban, mientras que la chica de sudadera morada iba pensando, o mejor dicho, intentando dar alguna respuesta racional a lo que acababa de murmurar ese anciano minutos antes, pues se formulaba preguntas como: “¿Quién o qué es Storm?”, “¿Por qué dice el anciano loco ese que va a comer?”, “¿Por qué tendrá botas nuevas? .La chica intentaba razonar todo esto para que no le sonara terrorífico y poder verlo de una manera normal, al final, se le ocurrió lo siguiente: <<A ver…Quizá Storm sea un perrito adorable, que nos venga a robar los zapatos mientras dormimos, y que cuando se los lleve a su dueño, éste le dará comida como recompensa…claro.>>; pero esta “idea” no le valía y entró en un pequeño pánico. <<¿¡A quién quiero engañar!? ¡Esto va a acabar MUY mal! Quiero volver a casa…>>, eso fue lo último que pudo pensar antes de volver a la realidad, pues había escuchado un grito, por el tono, proveniente de su madre.

-       - ¿Mamá? Espera…¿¡Dónde están mis padres!? –dijo preocupada para después empezar a correr para poder encontrar a sus padres.

-       - Ya está, cariño –era la voz del padre de Wendy, al escuchar a su progenitor, la chica se dirigió hacia donde había escuchado la voz- No pasa nada, solo era un bicho…

Los encontró, al parecer lo que provocó a la madre de Wendy gritar había sido un simple insecto, que alivio sintió la ojiazul en ese momento; esa situación le dio para seguir pensando: <<Ufff…falsa alarma…debí de haberme quedado atrás pensando y como mis padres son tan buenos padres, han seguido sin mí, no los culpo, si yo fuera delante, me olvidaría de ellos también>>, no lo decía en serio, solo quería darle un toque de humor a la situación para poder dejar su miedo en el olvido.

-       - ¿Estás bien, mamá? –ya sabía lo ocurrido, pero quería saber si su madre estaba bien.

-       - Sí, cariño, ¿y tú?

-       - ¿Yo?

-       - Sí –contestó la madre sonriendo- te quedaste atrás.

-       - ¿Eh? ¡Sí! Me quedé pasmando, hehe –se rascaba la nuca algo avergonzada.

-      -  Pues no pasmes y vente con nosotros –dijo, esta vez, el padre- que ya se está haciendo de noche.

<<Qué raro, mis padres suelen ser amables, aunque mi padre no lo parecía…>>, pensó Wendy algo confusa.

-      -  ¡Vamos! –dijeron los dos adultos a la vez- Tenemos que llegar antes de que se haga muy tarde.

Eso sí que hizo que la ojiazul estuviera aún más nerviosa, ¿sus padres hablando al mismo tiempo? Según ella: aquí hay “gato encerrado”. Emprendieron la marcha.
No pasaron ni veinte segundos cuando, de repente, Wendy notó que la nariz de su padre y la de su madre sangraban ligeramente.

-     -   Mamá…papá…-estas palabras hicieron que ambos se dieran la vuelta para prestarle atención.

-       - ¿Si, cielo? –a la madre se la notaba nerviosa, en cambio, el padre no decía nada.

-       - Esto…os está sangrando la nariz –se puso seria- a los dos.

-       - Eh…-tibuteó-… eso…pues…emmm…

El padre seguía sin decir nada, está acción hizo sospechar a Wendy, ésta se armó de valor e interrumpió los titubeos inútiles de su “madre”:

-       - Mamá, ¿me dejas tu móvil?

-       - ¿Para qué? –dijo en un tono intimidante que nunca antes había oído Wendy- ¿Qué vas a hacer con él?

<<Está claro, no son ellos>>, pensó.

-     -   Pues para llamar a la policía, está claro que vosotros no sois mis padres.

Sus “padres” se quedaron petrificados, con la mirada clavada en el suelo.

-       - No…-dijo su “madre”.
-      -   Puedes…-dijo su “padre”.
-      -  Escapar…-dijeron, esta vez, los dos al unísono.

Acto seguido miraron a Wendy, éstos con los ojos negros, provocando que la ojiazul comenzara a correr hacia ningún lugar en concreto: solo buscaba huir.

-       - No puede ser…-murmuró la chica de la chaqueta morada con los ojos cristalizados- Tengo que esconderme…rápido.

No sabía si los había despistado, pero siguió huyendo, pues ahora tendría que buscar un buen escondite.
Después de correr sin rumbo durante casi cinco minutos, decidió meterse en un tronco hueco, según ella: un “sitio infalible para evitar la muerte.”
El tronco se hallaba en el suelo, en posición horizontal, al lado de unos arbustos y piedras; en otras palabras: estaba tumbada y rodeada de objetos que impedían encontrarla.
Dicho escondrijo tenía un beneficio extra, pues poseía un agujero por el que Wendy podía ver el exterior, una cosa realmente útil, ya que podía ver si corría el riesgo de ser encontrada.

-       - Oh, no…-murmuró.

Se escuchaban unos pasos dirigiéndose hacia su escondite. Nada más oír eso, se tapó la boca como pudo para no hacer ruido, pues cabía justa en aquel lugar y moverse le costaba un poco. Mientras, pudo reconocer, mirando por el agujero, que esos pasos provenían de su querido padre, que se hallaba enfrente y lejos de donde se encontraba ella.
La ojiazul asustada se quedó sin palabras y toda su sangre se dirigió rápidamente a sus pies por lo que acababa de presenciar delante de sus narices: su padre acababa de vomitar una especie de líquido negro y acto seguido, se desmayó, cayendo al suelo.
Perpleja y asustada por lo que acababa de ver, Wendy sentía, en ese mismo instante, fuertes impulsos que le ordenaban ir a ayudar a su padre, pero decidió no moverse de ahí por su propio bien.
Pero, cuando la chica ya no podía estar más asustada, notó que algo la tomó por los pies y la sacaba de dentro del tronco, provocando que ésta dejara las marcas de sus uñas ahí mientras soltaba un grito que se podría decir que lo pudo oír el bosque entero.

-      -  No puedes escapar –dijo una voz realmente grave y áspera.

La ojiazul prefirió no abrir sus ojos por su bien, no quería morirse del susto.

-       - Venga…-animó a la chica la misteriosa voz- es de mala educación no mirar a alguien cuando te habla…¿no crees?

Su voz daba realmente miedo, la pobre chica de la chaqueta morada no sabía que hacer: ¿Abrir los ojos y enfrentarse a su cruel destino? Era una locura, una locura que obtó por hacer. Una pregunta se acabó convirtiendo en una acción.
Volvió a gritar, ya que lo que había visto no era algo a lo que se le pudiera decir “bonito”.

-       -  ¡No grites! –dijo irritado esa especie de monstruo.

Era de color negro, hacia arriba tenía dos grandes puntos rojos que no podían ser otra cosa que sus ojos. No se podía distinguir mucho más, solo que tenía adoptada una forma de lobo.

Al abrir su boca, se podían ver filas y filas de dientes afilados como cuchillos, deseosos de morder a alguien.

-      -  ¿T-tú eres Storm? –tartamudeó.

La extraña criatura respondió con un simple gesto afirmativo y con una sonrisa en lo que parecía ser su rostro.

-      -  Veo que conoces el nombre de tu asesino…-su sonrisa se iba ampliando a medida que hablaba-…y al asesino de tus padres.

-       - ¿Tú has…? –dijo mientras sus ojos se llenaban de lágrimas- ¿¡Qué!?

-       - Tranquila…-dijo aún más sonriente que antes- Pronto te reunirás con ellos.

Mientras el monstruo denominado Storm hablaba, Wendy aprovechó para coger una linterna que había guardado en su mochila para la futura y ya imposible, acampada.

-       - Y…-su sonrisa se esfumó en un abrir y cerrar de ojos, continuó hablando, esta vez enfadado y confuso- ¿¡qué estás haciendo!?

La ojiazul lo apuntó rápidamente con su linterna, provocando que Storm gritara y soltara bruscamente a Wendy, haciendo que ésta cayese al suelo y empezase a correr, pero…

-       -  ¡¡Hey!! –gritó el cegado por la luz del objeto. Enfadado, de un garrotazo le hizo una herida en la pierna a la chica.

De dicha herida comenzaba a salir, no mucha pero algo sí, sangre; casi no podía caminar, ¿Cómo iba, entonces, a poder correr? Aunque ella no pudiera hacer ni una cosa ni la otra, no se iba a rendir tan fácilmente.
Fue a la pata coja a esconderse en el primer buen sitio que encontrara, pero todo esfuerzo sería inútil, ya que su pierna dejaba una estela color escarlata en la hierba.
De repente, la ojiazul se cayó en un agujero, esto provocando un nuevo grito y también que su herida sangrase más que antes. La caída había dejado sus dos piernas inmóviles, ahora si que sería imposible escapar.

-       - Vaya, vaya…-dijo Storm con una sonrisa- veo que has encontrado tu tumba… -Wendy se quedó callada mientras lloraba cada vez más en silencio-…o comedor –se rió- o al menos para mí.

Mientras la criatura negra como la mismísima noche hablaba, la chica de la chaqueta morada intentó coger su linterna, pero…no la encontraba.

-      -  ¿Buscas esto? –le enseñó su linterna- ¿Algunas palabras antes de reunirte con tus padres?

-       - Sí…-contestó la ojiazul con una mirada llena de odio- Te odio…

Storm sonrió y entró en la “tumba” para comenzar su trabajo, éste. De un mordisco, le había arrancado a la pobre chica su pierna. La pobre Wendy no paraba de gritar y llorar, pues le estaba quitando todos sus miembros uno a uno. Dolía muchísimo. Era como el infierno en la Tierra misma. Por cada desprendimiento de su cuerpo, gritaba cada vez más alto y sentía cada vez más sueño.

-      -  Bye, bye –comenzó a decir Storm en inglés, y continuó, poniendo sus afiladas garras en el cuello de la pobre chica- It’s time to sleep, little princess…
Todo se volvió oscuro para Wendy y todo el agujero estaba lleno de sangre, los tenis de la pobre niña se encontraban ensangrentados en mitad de un charco de sangre.


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-       - ¿Enserio, abuelito? –decía una niña con dos coletas acompañada de un adorable osito de peluche- No me lo creo.

-       - Yo…-musitó su hermano mayor-…creo que no podré dormir hoy.

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