06 diciembre 2018

Diccionario Xpress

Felicidad: ¹ f. Estado de grata satisfacción espiritual y física. ² f. Persona, situación, objeto o conjunto de ellos que contribuyen a hacer feliz. ³ f. Ausencia de inconvenientes o tropiezos. ⁴ Cuando te comes la última porción de pizza.

Diccionario Xpress

Triunfar: ¹ intr. Quedar victorioso. ² intr. En la Roma antigua, dicho del vencedor de los enemigos de la república: Entrar con gran pompa y acompañamiento. ³ intr. Tener éxito. ⁴ Cuando consigues tu más ansiado sueño con tu propio esfuerzo.

Diccionario Xpress

Literatura: ¹ f. Conjunto de las producciones literarias de una nación, de una época o de un género. ² f. Conjunto de las obras que versan sobre una determinada materia. ³f. Conjunto de conocimientos sobre literatura. ⁴El arte de escribir tus emociones, pensamientos, lo que deseas transmitir al mundo,... buenas ideas hechas por ti mismo.

Diccionario Xpress

Yo: ¹Pron. person. 1.ª pers. m. y f. sing. Forma que, en nominativo, designa a la persona que habla o escribe. ²m. Fil. Sujeto humano en cuanto persona. ³m. Psicol. Parte consciente del individuo, mediante la cual cada persona se hace cargo de su propia identidad y de sus relaciones con el medio. ⁴Persona que se esfuerza por mejorar, creativa, incomprendida, diferente, única, con ganas de triunfar y que le presten la más mínima atención.

Cuando me mira

Cuando me mira, comienzo a respirar.
Cuando me mira, no puedo ni hablar.
Cuando me mira, no puedo reaccionar.
Cuando me mira,  comienzo a vivir.

Cuando me habla, solo escucho.
Cuando me habla, le miro.
Cuando me habla, me cuesta respirar.
Cuando me habla, huyo.

Cuando me ignora, lo agradezco.
Cuando me ignora, no lo soporto.
Cuando me ignora, me enfado.
Cuando me ignora, desaparezco.

Emojis

Hemos estado encerrados aquí, en esta especie de jaula, desde nuestro nacimiento.
Todo es monótono: primero nos despertamos, "trabajamos" y finalmente nos dormimos.
Nada cambia, es todos los días lo mismo, pues "Él" no nos deja salir ni vivir.
Él es gigante, él es poderoso, él es malvado, él no nos deja ser libres pues él nunca nos dejará en paz. Somos como simples juguetes para él, no nota que esto no nos gusta y que nos duele; no se da cuenta de nuestro sufrimiento.
Algún día, expiraremos y así, por fin, podremos tomar esa ansiada libertad que tanto ansiamos.

Las jaulas, al ser pequeñas y vacías, nos provocan sentimientos negativos, claustrofobia y en algunas ocasiones: la locura.
Un gas casi imperceptible provoca que cada uno tenga una determinada expresión mientras una especie de máquina color azabache nos da unas fuertes descargas eléctricas si nos negamos a este sistema. Esto sucede cuando el "aparato" está encendido u operativo, pero cuando esto no es así todos intentan en vano escapar o suicidarse... mis pobres amigos ingenuos... ¡nadie puede salir, nadie puede entrar!
La parte "buena" de todo esto es que cuando no está operativo, quitan las barreras que nos separan y nos dejan a nuestro aire, pero... ¿para qué? Es estúpido relacionarse con individuos como tu que se encuentran llorando, tirados en el suelo, reclamando su muerte, amargados, cortantes,... A esto no se le llama vida, no.

Algún día, con suerte, nuestros héroes llegarán... llegaron, pero él los mató, pero no al resto; nuestra única esperanza de vivir: los hackers. Vinieron pero él se las arregló para acabar con ellos... pero no con todos: solo vino un ejército a buscarnos... a salvarnos... a liberarnos.
Uno de los hackers logró escapar para buscar ayuda, pero... nunca volvió. Ni él ni nadie.
Supongo que este es nuestro destino.

Y yo aquí, escribiendo mientras Gato llora y Bailarina intenta ser positiva ante su hermana que intenta que Gata la mate de una vez... los demás solo lloran y hacen algo parecido, nada nuevo.
Oh, Él ha vuelto...un nuevo "día" comienza... adiós.

03 diciembre 2018

Cuando me lo contaron...



Cuando me lo contaron sentí el frío
de una hoja de acero en las entrañas,
me apoyé contra el muro, y un instante
la conciencia perdí de donde estaba.

Cayó sobre mi espíritu la noche,
en ira y en piedad se anegó el alma,
¡y entonces comprendí por qué se llora!
¡y entonces comprendí por qué se mata!

Pasó la nube de dolor… con pena
logré balbucear breves palabras…
¿Quién me dio la noticia?... Un fiel amigo…
Me hacía un gran favor… Le di las gracias.




***************************************************************************


Había estado toda la mañana con un irremediable bloqueo creativo, no había podido escribir más poemas, no así. Era, en mi opinión, imposible.
Para poder remediarlo intenté numerosas veces un truco que siempre utilizo en este tipo de casos: leer El Contemporáneo, que casualmente es el periódico en el que escribo mis “famosas” leyendas y que supongo que leerán más personas de las que pienso; incluso, hace unas semanas, me llegó una carta de un tal José Ferreda elogiando una de mis obras: El monte de las ánimas, que, por alguna razón, esa persona me recuerda a mi padre, supongo que por el nombre.
Leer dicho periódico, de alguna manera hace que me centre en los interesantes artículos y así poder olvidar mi problema, es decir, el bloqueo. Pero hoy no funcionó. Algo que me extraña bastante es que haya leído cuatro veces el mismo párrafo y me sienta igual que cuando lo leí la primera o segunda vez; parece que no logro entender el artículo sobre la política, la verdad, este tema nunca me importó lo suficiente como para comprenderlo.
Dejando El Contemporáneo a un lado de la mesa de la cocina, terminé mi café, pues en mi opinión no hay nada como una buena taza de esa bebida para después de la comida, para después levantarme y dejar en el fregadero la pieza de porcelana de la que había bebido. Me dirigí al salón, sentándome en el sillón pude divisar uno de mis cuadernos y al lado una pluma dentro de un bote lleno de la espesa tinta de color oscura como la mismísima noche que había utilizado días antes para escribir un poema; mi cuerpo se inundó de completa melancolía: no podía escribir como antes, ¡el bloqueo no ha desaparecido!
De repente, una idea se me pasó por la mente cual rápida estrella fugaz aparece atravesando el delicado cielo nocturno hasta finalmente desaparecer. Esa idea era la posibilidad de ir al parque.


Un bonito lugar en el que es casi imposible no contactar con la naturaleza; con unos caminos por los que los niños corren levantando una polvareda con ese olor tan característico a tierra, unos preciosos bancos blancos con adornos de metal duro color azabache y en los que se pueden ver a diferentes personas sentadas en ellos, entre esos individuos se pueden ver a ancianos que dan migas de pan a las palomas, amables y risueñas señoritas que se quedan platicando con sus amigas admirando el paisaje, niños que se cansan de jugar a la rueda y demás, pero los que más destacan son los artistas. Ese precioso ambiente adornado con los cantos de las golondrinas, el suspiro de las nubes rozando las hojas de los árboles, las risas de niños y niñas al jugar es, sin duda alguna, algo único.

Me dirigí a mi dormitorio para coger una bolsa donde guardar el cuaderno y la pluma, objetos que después recogí y metí dentro de ésta al pasar por el salón; finalmente me planté enfrente del perchero de madera situado en el recibidor, justo al lado izquierdo de la puerta que comunica con el exterior, y así poder vestirme mi gabardina color gris oscuro cual piedra.
Al salir, una corriente fría golpeó mi cara congelándome y provocando algún que otro estornudo de mi parte; había recordado que era el mes de enero y que en esa época hay bajas temperaturas. Caminando me fijé en los abrigos de las personas que pasaban cerca de mí, la ropa dice mucho de ti mismo, tanto que incluso puedes adivinar la personalidad de alguien con solo ese pequeño detalle. Llegando ya a mi destino, un fuerte olor a pan recién hecho hizo frenara un poco mi paso, pues ese es un aroma tan dulce que todo individuo que pasara por ahí reaccionaría igual que yo; y estaba en lo cierto, una niñita quedó tan prendada del olor que arrastró a su pobre madre adentro de la panadería para que le comprara, aunque fuera, un pedazo de ese delicioso y barato manjar.

Entré en el parque, percatándome de que no había muchas personas ahí; hoy sería un día tranquilo. Localicé un banco vacío cerca de la fuente, me dirigía ahí cuando, de repente, escuché que una voz familiar llamaba por mí; me di la vuelta y pude ver que el sujeto que me llamaba era, ni más ni menos que mi buen amigo Augusto, Augusto Ferrán. Levanté mi mano para saludarlo y mirándolo desde la distancia, unas palabras acompañadas de mi mejor sonrisa salieron de mi boca:

-       - ¡Ferrán, cuánto tiempo! –dije- Que alegría volver a verte.

-      -  ¡Bécquer, Bécquer…  te…! –decía con voz agitada y entrecortada, pues había venido corriendo hacia mí. Ya en frente mía, intentaba recuperar el aliento.

-       -  Dios Santo, Ferrán, ni que te persiguieran –cuando acabé mi frase empecé a reír, pero mi amigo no dijo nada. Éste se había incorporado y me estaba dedicando una mirada realmente seria, al percatarme de esto mi expresión cambió a una más adecuada para el momento- ¿Pasa algo?

-       -  Bécquer… han robado uno de tus poemas –contestó.

-       -  ¿Q-qué?


***************************************************************************


Me costó asimilarlo y del susto me había dejado caer bruscamente en el banco en el que me iba a sentar en un principio, Ferrán entendió mi situación diciéndome que él habría reaccionado como yo si esto le hubiera pasado a él.
Me contó lo sucedido, al parecer, mi amigo se encontraba tan asombrado como yo: Narciso Campillo, un buen compañero nuestro, había oído que un tal Jorge Lista había robado uno de mis poemas e iba a ir a la editorial de El Contemporáneo para que lo publicasen y así poder hacerse famoso; si le llegasen a pedir más, solo tenía que robarme otra vez.
Ese apellido se me hacía familiar… Lista…Lista…

-      -   ¡No puede ser…! –exclamé. Ferrán me miró confuso y decidí contarle mi hallazgo- Lista es el apellido de mi antiguo maestro sevillano… Alberto Lista.

-       -  Esto…-añadió-…no puede ser ninguna casualidad.

-       -  Lo sé, pero mi maestro no puede estar involucrado en esto, es un buen hombre como tú y como yo-contesté- él seguramente no es consciente de lo que está haciendo este familiar suyo.

-      -   Eso espero.

El silencio reinó durante por lo menos diez segundos hasta que decidí romperlo despertando la curiosidad de mi amigo, pues me había levantado de golpe y había comenzado a caminar hacia el camino por el que había venido.

-       -  ¡Hey! –exclamó mientras me seguía con un paso acelerado- ¿A dónde vas?

Cogí aire antes de responderle para así poder transmitirle correctamente como me sentía.

-       -  No puedo permitir que roben uno de mis poemas, es como si me quitaran una parte de mí mismo.

Dejó de seguirme, cuando ya comenzaba a alejarme y ya estaba a punto de salir del parque escuché que me deseaba buena suerte; sonreí a pesar de estar bastante furioso.
Antes de ir a por ese asqueroso ladrón, tendría que coger un arma. Sí, es cierto, es un poco extremo, pero nadie roba algo tan preciado para mí; además, no tengo pensado utilizarla, solo es para intimidarle y que así me devuelva lo que es mío.
Cogí la llave que se encontraba en mi bolsillo y abrí la puerta, entré corriendo en la casa sin cerrarla y dejé mi bolsa en el salón, acto seguido subí corriendo hasta mi dormitorio. Me dirigí a la mesilla de noche que tengo justo al lado de mi cama y cogí la única arma de fuego que se encontraba en esta morada. Era una Colt Navy de 1851 de calibre 36, con todas las balas en su interior y que espero que permanezcan ahí. La guardé en mi bolsillo derecho y salí como había llegado, es decir: corriendo, pero esta vez cerrando la puerta.
Decidí reducir la velocidad para pasar desapercibido y poner las manos en los bolsillos de mi gabardina para que no se notara la marca que hacía el arma; caminé sin rumbo, pues no sabía dónde podía estar o como era y me sentí bastante estúpido.
Mientras estaba perdido en mis pensamientos, una persona tocó mi hombro haciendo que me diera la vuelta, no sabía quién era, pero por la situación intuí quien podría ser.

-       -  ¿Necesita algo, señor? –pregunté para asegurarme.

-       -  Si…-contestó- sígame.

Me llevó agarrado del brazo hasta un callejón; cualquiera que no tuviera un arma estaría aterrado, pero como yo poseo una… no tengo nada que temer. 
Durante el tiempo en el que el silencio se apoderó de la situación, el individuo que me estaba agarrando se posicionó en frente de mí. Tuve el valor suficiente como para hablarle.

-       -  Y… ¿bien? –pregunté- ¿Qué quiere?

-       -  Todos tus poemas…-contestó con una voz áspera fingida- Con uno solo no me basta, no me creerían.

-       -  Jorge Lista… ¿no es así?  -él solo se limitó a reír.

-      -   Bien…-sonrió- Ya veo que me conoces…-de su bolsillo saca una navaja algo sucia, debería darle vergüenza…- …ahora, vamos a tu casa y me los das, y cuando publique tus obras iré constantemente a que me des más… ¿entendiste? –concluyó acercando la afilada hoja de su arma a mi cuello.

-       -  Yo…- me alejé un poco de él, provocando un choque entre la pared y mi cuerpo, Jorge me miró confundido mientras se acercaba- …yo… -cogí aire- ¡no puedo tomarte en serio con esa navaja tan sucia!

-       -  ¿Qué…? –preguntó.

-      -   A ver, hombre…mira –saqué mi Colt del bolsillo y se la enseñé, él retrocedió pensando que le iba a disparar, pero al ver que no iba a hacer lo que pensaba, me miró algo más tranquilo- ¿Ves? Yo me lo he trabajado: está limpia, cargada y brillante.

-       -  La verdad es que es un arma de fuego muy impresionante…

-       -  Si, lo es y comparada con…-miré su navaja- “eso”, no quedas muy bien.

-       -  Lo sé… es que la economía anda un poco mal y casi no me pagan…

-       -  Pues…lo siento, hombre –me fijo en que tiene una hoja en el bolsillo y se la quito sin que se dé cuenta- Esto nos afecta a todos.

-       -  Lo sé…-dijo apenado.

-       -  No a todos por igual, peeeeeeeeeeeero, al menos sirve para hablar y robar... creo que debería ser político, no creo que nadie note la diferencia entre usted y uno de esos individuos –le animo mientras le tomo del hombro- y, si me permite, me robó de una forma tan impresionante que no me di cuenta hasta que un buen amigo mío me lo dijo.

-       -  ¿E-enserio? –preguntó con esperanza, asentí- Me alegro…supongo…Siento haberle robado, señor Bécquer, solo quería ganar dinero y usted es un auténtico artista.

-       -  Pues…muchas gracias, me halaga usted…no lo dirá porque tengo un arma en mi mano, ¿verdad? –le apunto.

-       -  No…-aparta el cañón del arma con su navaja- y… supongo que podríamos ser amigos… ¿le parece?

-      -   ¿Qué? –pregunto mientras guardo mi arma en mi bolsillo- ¿ser amigo de una persona que me ha robado y ni siquiera se ha disculpado? –Jorge agachó la cabeza.

-       -  Perdóneme, señor Bécquer.- se disculpó- Tenga –metió la mano en su bolsillo- le devolveré su…-se percata de que está vacío y me mira-…poema…

-       -  Oh, eh…-me reí nervioso- es que lo tengo yo…es que estaba en el suelo y lo recogí.

-       -  Oh, bien. Pues ya está.

-      -   Bien… pues ya hablaremos otro día, ¿eh? Es que hoy estoy muy liado, tengo que escribir, ya sabe…

-      -   ¡Cierto! –me alejo lentamente- ¡Qué le vaya bien, siento las molestias!

-       -  No pasa nada, esto queda en el olvido, ¿si?

-       -  ¡Sí, señor Bécquer!

Me despedí con la mano de él y volví a mi hogar para después escribir un poema sobre lo que me pasó hoy. ¡No hay nada mejor que la inspiración!



***************************************************************************


-      -   ¡¡Bécquer!! –gritó Jorge desde el exterior de la casa de Bécquer- ¿¡Está usted en casa!? ¡Me ha parecido ver algo moverse!

-       -  ¿Por qué no lo demanda? –preguntó Ferrán enfadado, pues él y su amigo estaban tumbados boca abajo en el suelo esperando a que Jorge se fuera de ahí- ¿o por qué no le dice que se vaya?

-      -   Cálmate, no pasa nada – contestó el escritor- Se irá pronto.

-      -   ¡Eso mismo dijo usted hace tres horas!

-       -  ¡¡Sssssshhhhh!! –mandó callar el poseedor de la casa a su amigo- ¿¡Quieres que nos oiga!? –gritó en voz baja.

-      -   Arg… -se quejó Ferrán apoyando su cabeza en el suelo.

26 noviembre 2018

RED’S LINE

 CAPÍTULO 1:
PRESENTACIÓN



-          - ¡Otra vez, Nina, otra vez! -la pequeña de cabellos claros animaba a su hermana a que volviera a hacer esa cosa tan especial, aplaudiendo y repitiendo esa frase varias veces.

-         -  ¡Pero, Nieves…! –se quejó la mayor- ¡Es la cuarta vez que me pides lo mismo!

-         -  Lo sé…pero… -se excusó- Me gusta ver como usas tu poder, es muy útil –la menor, de un salto, se bajó del tronco cortado de un árbol y empezó a dar saltitos y a sonreír- ¡Algún día tendré un poder como el tuyo y seré tan genial como tú!

Ante este acto su hermana empezó a sonreír también, pues el entusiasmo y positivismo de su pequeña hermanita la animaba, a pesar del mundo en el que se encontraban, no había ningún motivo para no estar feliz.

-        -  La última vez, ¿vale? Ya sabes que esto me cansa un poco –Nieves dejó de dar saltos y miró a su hermana asintiendo con determinación- Okey…allá vamos.

Nina cerró los ojos, extendiendo su brazo derecho hacia Nieves y concentrándose al máximo, puso su mente en blanco, hasta que de repente visualizó a su hermana a la perfección. Cuando abrió los ojos, pudo ver a la pequeña, flotando y riendo sin parar. Lo había conseguido, otra vez.

-        -  ¡Yupiiiiiiiiiiiiiiii! –gritaba- ¡Más alto, más alto!

-        -  Hehe… ¡tú lo has querido, hermana! –nada más acabar la frase, cerró otra vez sus ojos y comenzó a subir su brazo lentamente. Mientras escuchaba gritar de emoción a Nieves, recordó algo muy importante. Bajó el brazo rápidamente, haciendo que su querida hermanita cayera al suelo, provocando un dolor en sus rodillas.

-         -  ¡Hey, me has tirado! –refunfuñó- ¡No es ju-

No pudo acabar la frase, ya que Nina le había tapado la boca mientras la mandaba callar. Cogió en brazos a Nieves y corrió a esconderse con ella detrás de unos arbustos. Desde ahí, la mayor pudo ver como dos hombres bajos, peludos y con sobrepeso se acercaban a donde se encontraban ellas anteriormente; pudo ver que éstos portaban dos grandes armas de fuego.

-         -  Mierda…-susurró Nina.

-         -  Malhablada –dijo Nieves en el mismo tono que su hermana mientras se cruzaba de brazos.

 - Juraría que había escuchado a una niña gritar… -uno de esos dos hombres fue el que pronunció esas palabras que consiguieron helar la sangre de la mayor poniéndola en alerta.

-          - Deben de estar cerca…

Empezaron a buscar por los alrededores; cada vez que esos dos se acercaban al “escondite” de las hermanas, la pequeña Nieves comenzaba a temblar, abrazando fuertemente a Nina como si su vida dependiera de ello.
Ninguna se quería imaginar lo que les harían si las capturasen, aunque una de las dos sabía exactamente lo que llegaría a pasar si eso fuera posible; digamos que…les pasaría algo horrible, peor que la muerte misma…bueno, eso era lo que pensaba Nina.

-         -  T-tengo miedo… -decía la pequeña casi a punto de llorar.

-          - No pasa nada, Nieves… -la consolaba- Ya sabes que puedo hacer esto.

Cerró los ojos rápidamente y dirigió sus dos brazos hacia los dos hombres para después hacerlos flotar y  lanzarlos a quien sabe dónde. Cuando la pequeña vio esa escena tan cómica, ignoró que sus ojos comenzaban a cristalizarse y se empezó a reír. Nina, satisfecha, cogió a su hermana “en caballito”, es decir, la subió a su espalda, y comenzó a caminar sin rumbo por aquel denso bosque en el que se encontraban.
Anduvo durante un rato, observando cada árbol y cada piedra que había por allí mientras Nieves se abrazaba, algo adormecida, a Nina.
La más pequeña de las dos se llama Nieves, una niña pequeña de seis años de edad; su pelo es blanco, pues de ahí venía su nombre, y tiene unos profundos ojos azules cual cielo despejado. Viste un vestido de color celeste pastel elegido por su hermana, al igual que sus zapatitos azules algo oscuros acompañados de unos calcetines largos blancos. Es, sin lugar a dudas, una niña adorable.
Nina es la hermana mayor de la pequeña Nieves, teniendo ya quince años, se ocupa ella sola de su querida hermanita; lleva su pelo negro como la mismísima noche suelto, ya que no le gustaba recogido, en su opinión: le queda horrible. Viste un traje del mismo color que su cabello con toques morados, dándole así, un aspecto de ninja, solo que sin la máscara y la vestimenta sin apretar tanto: parece una auténtica guerrera, o eso piensa Nieves. Al contrario que su hermanita, ella lleva una espada, por si acaso no puede usar su poder, el cual es hacer levitar lo que quiera con la capacidad de su mente.

-         -  ¿Eh?  -Nina se percató de que el bosque desaparecía justo en frente de una ciudad derruida y desolada- …

-         -  Nina… ¿qué pasa? –dijo la pequeña despertándose de su sueño- Nos hemos parado…

-         -  Nada, solo es que… ahí hay una ciudad –dijo mientras señalaba dicho lugar.

-          - ¿Una…ciudad? –las palabras de la chica de cabellos oscuros despertaron en la menor, un sentimiento irrefrenable de ir a investigar aquel sitio; Nieves se bajó rápidamente de la espalda de su querida hermana para después empezar a correr hacia la ciudad abandonada mientras escuchaba los gritos de Nina llamándola.

Dulce


No quiero… ¡No quiero! Aunque no quiera, mi destino está claramente escrito. Voy a morir y ya; nunca le importé a nadie, tampoco es que me esforzara en tener amigos: como que si no te puedes mover ni un milímetro, es muy poco probable que los hagas.

¿Por qué tengo que morir? No he hecho daño alguno como para ser condenado a muerte, es…injusto, sí, eso. Y además de ser ejecutado, ¿por qué tú, oh, gran monstruo, me castigas viendo a mis camaradas morir? No te basta, nunca es suficiente para ti, ¿verdad? Te los comes, así, sin más, sin importar lo importante que es la vida de cada uno.

Ya solo quedamos cuatro; si pudiera moverme, cogería ese gran artilugio plateado de ahí y vengaría a mis compañeros, aunque no saliera triunfal me habría sentido especial e importante en toda mi insignificante y corta vida, enserio. Sé que no me escuchas, pues estos son mis pensamientos, pero si pudieras leer la mente, espero que no me perdones la vida, de verdad. Mi existencia no ha sido lo que se dice buena, podías haberme comido a mí y haber liberado a los demás. Pero no. Te gusta vernos sufrir. Es más, es como si ignoraras nuestro dolor. Te gusta disfrutar de nuestro sabor, eres asqueroso.

¡Oh! Mi turno ha llegado, al parecer has ignorado mis pensamientos y te has comido a todos, solo quedo yo. Te tomas tu tiempo, ¿estás lleno? Espero que no, no quiero seguir existiendo; acaba ya con esto.
Antes de morir, escucho las últimas palabras que oiré en este mundo…las de mi asesino:

-         -  ¡Quiero más galletas, mami!

23 noviembre 2018

Storm

-  ¡Si, por fin es viernes!­ – una pequeña chica se hallaba saltando de un lado a otro por toda su gran habitación color naranja pastel- ¡Puente, pueeeeeeeeeeente! –ella en verdad estaba realmente feliz, pues las clases le parecían bastante aburridas y le gustaba vivivi aventuras como a todo infante.

-     -   Jaja…-esa risa tan dulce solo podía ser de una persona: su madre. Ésta estaba apoyada en el marco de la puerta, admirando el divertido espectáculo que le estaba dando su querida hija.

Al oír la risa de su progenitora, la cara de la niña se ponía cada vez más de un tono rojizo, significando que se moría de vergüenza.

-     -  ¡Mamá, no te rías, mala persona! –nada más acabar la frase, un puchero se hizo frente en su rostro suave y frágil cual pluma.

-     -   Ay…vale, vale…-esbozó una gran sonrisa, conteniendo sus ganas de reír por la reciente acción de su hija- Venga, peque, prepara tus cosas para la acampada.

Los ojos de la niña se iluminaron como si el propio sol hubiera aparecido ahí, en ese mismo instante al decir esas palabras. Su rostro había vuelto a la normalidad y comenzó a sonreír, haciendo desaparecer el gesto antes hecho. Su madre desapareció del campo de visión de toda persona que se encontrara en la habitación color naranja pastel para dirigirse a su propio cuarto y así poder preparar sus cosas para la acampada junto al hombre de la casa.
Volviendo a la más joven de la vivienda, sí, la más joven pues tiene 13 años recién cumplidos hace casi más de un mes, y no tenía hermanos ni hermanas con los que compartir su tiempo ni experiencias. Ella es de cabellos oscuros, concretamente de color negro, con unas preciosas mechas moradas adornando la mitad de su pelo para abajo y ojos de un azul intenso. Siempre lleva puesta una chaqueta morada, en su opinión: dicha prenda le queda realmente bien por sus mechas.
Aventurera, simpática, amigable, creativa, extrovertida, valiente y lo más importante: divertida, esas son algunas de sus mejores cualidades.
De nombre sus padres le pusieron: Wendy.


-     -   A ver…-volviendo al presente, la chica de ojos azules como el mismísimo mar estaba repasando las cosas que iba a llevar a la acampada, pues ya había hecho su mochila y estaba comprobando que todo lo necesario estuviese ahí, para no olvidarse de nada importante-…¿ropa?…¡listo!...¿repelente?…¡listo!...¿pijama y saco de dormir?…¡listo! –después de nombrar y localizar más objetos, la chica casi se olvida de lo más importante- ¡Oh, cierto, casi se me olvida!, ropa cómoda y para caminar - ésta corrió hacia el armario, pues los vaqueros que llevaba no eran lo que se decía…cómodos, se decidió por unos leggins negros, porque, para ella, eran la mejor cosa para las aventuras, y una camiseta de manga corta de color blanca que le habían regalado por su último cumpleaños. Cuando acabó de cambiarse, se dirigió al zapatero que estaba en una esquina, cerca del armario, para coger unos tenis blancos y acto seguido ponérselos, ya que, estaba descalza- ¡listos y puestos! –en su rostro se formó una gran sonrisa- Pues… ¡Todo listo!

Se puso su amada y preciada chaqueta morada, que por cierto, se la regaló su queridísima abuela ya fallecida hace alrededor de un año, haciendo que esta prenda tuviese un valor incalculable para la chica, y se colgó su mochila, ya lista, en la espalda.
Al salir de su habitación, se dirigió al salón a ver si sus padres también estaban listos, pero no los encontró ahí, ni ahí ni en ningún sitio de la casa… Wendy empezaba a preocuparse, pero esta preocupación no duró ni diez segundos, pues había escuchado el claxon del coche de su padre en el jardín de delante. Se apresuró a salir por la puerta, <<¿¡Se van a ir sin mí!?>>, pensó.

-      -  ¡Por fin apareces! –dijo su padre mientras colocaba las cosas de la acampada en el maletero del coche- Ya empezábamos a pensar que al final no querías venir… -Wendy se sentía un poco enfadada. Su propio padre la acababa de llamar tardona en toda su cara. Al final lo tomó como una broma e ignoró el comentario- oye, cariño, hazme el favor y pásame esa caja.

La ojiazul cogió dicho objeto, un poco pesado en su opinión, y se lo dio a su padre. Éste respondió con un simple: “Muchas gracias, peque”, adornado con una sonrisa, a lo que ella correspondió devolviéndole el gesto a su querido progenitor.

-      -  ¡Todo preparado, venga, al coche, chicas! –ambas rieron y le obedecieron respondiendo con un: “¡Si, mi capitán!”

Ya dentro de esa máquina denominada coche, el único hombre de la casa, arrancó dicho transporte, poniendo rumbo al bosque donde sería la ansiada acampada.


Durante el largo trayecto, Wendy se quedó profundamente dormida después de estar admirando el paisaje durante un buen rato, mientras, sus padres, estaban escuchando tranquilamente la radio.


-      -  ¡Ya llegamos! - sonrió- ¡Despierta, dormilona! –dijo el padre de la poseedora de la chaqueta morada, intentando despertarla, mientras la madre estaba al lado de ella dándole suaves toques en el brazo para despertarla.

-      -  ¿Eh, qué? –abrió lentamente sus ojos, bostezando y estirándose, para luego incorporarse y darse cuenta de una cosa…- ¿Pero qué? –estaba sorprendida- ¡Si esto es un aparcamiento…!

Nadie le contestó, ya que sus padres la dejaron despertarse tranquilamente nada más ver que ésta empezó a abrir sus ojos.  Ambos estaban quitando las cosas del maletero.
Wendy bajó del coche situándose al lado de sus progenitores, y dijo mientras miraba a su alrededor:

-       - ¿Vamos a acampar aquí? –se hizo presente un silencio de por lo menos cinco segundos, por lo que decidió continuar hablando- ¡Qué bien! Mi primera acampada en un aparcamiento, ¡qué ilusión! –nada más acabar, empezó a dar pequeños saltitos en el sitio.

-       - No seas boba, cariño –dijo su madre con un tono dulce pero burlón- vamos a ir caminando hasta el bosque.

-     -   Pero… -Wendy se dio cuenta de un dato algo importante-…está oscureciendo…yyyyyyyyy paso de que nos perdamos –dijo cruzándose de brazos dando media vuelta.

-      -  ¡Venga, llegaremos antes de lo que piensas!

<<Otra vez intentando animarme con sus frases “positivas”…pues le voy a chafar el plan>>, pensó, para después añadir:

-       - Y… ¿Cuánto tardaremos en llegar? –sonrió maliciosamente, esperando a la metedura de pata de su padre.

-       - Pues…esto…tardaremos… –el silencio reinó durante alrededor de siete segundos, hasta que decidió continuar, para así, hacer lo que quería su hija-  …no sé.

La madre de Wendy fulminó con la mirada al que acababa de cometer un error que le costaría cocinar durante toda la semana como castigo para compensar semejante acto que para nada,  motivaba a la pequeña chica a moverse de ahí. Mientras, dicha persona estaba aguantándose, con todas sus fuerzas, las ganas de echarse a reír a carcajadas.

-       - EJEM, lo que tu padre quiso decir, -dijo ocultando su enfado la madre de Wendy- es que no tardaremos mucho; como dijo tu padre antes de fastidiarla, llegaremos antes de lo que tú piensas.

-      -  Vale…- dijo la ojiazul para empezar a seguir a sus padres, pues estos ya habían comenzado a andar.

<<Mamá me ha mentido, estoy pensando y aún no hemos llegado…que triste es que tu propia madre te mienta en la cara en mitad de una acampada…>>, pensaba Wendy, distraída.
Decidió dirigir sus pensamientos hacia otra cosa, como por ejemplo: el bosque en el que se encontraba con su familia. <<Wow… a pesar de estar oscureciendo, el bosque no parece muy terrorífico…es más, es perfecto para… ¡oh, no, la cámara!, ¡Me la dejé en casa!>>, siguió hablando en su interior, pues cuanto más lo hacía, menos aburrida estaba y más rápido le parecía que pasaba el tiempo.

-       - ¡Qué bonito está el bosque…!  -dijo la madre de la chica de cabellos morados y negros- ¡Tenía que haber traído la cámara! Bueno, usaré la del móvil.

-      -  Que no se te gaste la batería, cariño…recuerda que solo tenemos tres baterías portátiles para cargar los móviles…

-     -   Si, si, lo sé –ignorando a su esposo, empezó a sacar fotos.

<<¡¿Qué narices?! ¿Desde cuándo mi madre sabe leer la mente? Si es así…yo he podido heredarlo, ¿no?>>, su imaginación era impresionante.

-      -  ¡Hey! –dijo el padre de Wendy, llamando la atención de sus dos acompañantes- ¡Un señor!, le preguntaremos por si acaso por donde se va al Centro de Acampada

Era un señor realmente mayor, en otras palabras, un anciano, pues por su aspecto parecía rondar los ochenta años, por lo menos. Una gran barba gris, por la suciedad, se adueñaba de la cara del pobre hombre y el poco pelo que tenía en la cabeza, era del mismo color que el elemento antes mencionado. Vestía ropas andrajosas, pues estaban rotas y sucias, con manchas de distintos tamaños y de diferentes colores, y descoloridas. Lo más destacable era las brillantes botas que acogían a sus pies; también llevaba un sombrero de paja que parecía hecho por él mismo.
Dicha persona se encontraba limpiando una escopeta con un trozo de tela que, al igual que la ropa, estaba descolorida.
La familia se acercó al nuevo sujeto, pero, Wendy, se quedó con su madre, es decir, un paso por detrás de su querido padre. Solo la ojiazul sentía un poco de miedo.

-      -  ¡Buenas tardes, señor! –el padre empezó a hablarle a aquella extraña persona- ¿Podría indicarnos por dónde ir al Centro de Acampada?

<<Bien empezamos…>>, el sarcasmo era un recurso bastante utilizado por la chica, le encantaba, le hacía sentirse realmente bien.

El anciano no respondió.

-     -   Emmm… ¿señor? –se atrevió a decir la madre de Wendy- ¿Está usted bien?

De repente, se escuchó un disparo; esto hizo a la familia entera sobresaltarse.

-      -  Esta escopeta…- dijo, por fin, el misterioso anciano-…puede ser vieja, pero eso no quiere decir que no sea potente, ¿ven?

Todos, menos el que acababa de hablar, se quedaron petrificados, haciendo que el silencio se apoderara otra vez más del lugar; no se escuchaba el píar de los pájaros, ni el sonido del viento moviendo las hojas de los árboles…no se escuchaba nada. Solo silencio. Nada más.

-       - Es de muy mala educación no responder a una pregunta –dijo el anciano levantando la cabeza, ya que había estado todo el tiempo mirando su preciosa arma- Eso no me gusta…tendrán que aprender modales…

Nada más acabar la frase, Wendy se convirtió en un manojo de nervios, pues, aparte del tono de voz y de lo que acababa de decir, el hombre tenía un ojo de cristal. “La combinación perfecta”, según  ella.

-       - Disculpe, señor, con todos mis respetos…-dijo el padre de la chica, armado de valor- pero usted tampoco nos ha respondido.

Wendy empezó a sentir admiración por su padre, pues él acababa de demostrar que era realmente valiente.
El anciano sonrió por ese gesto inesperado y decidió contestarle con una simple frase:

-       - Tiene usted toda la razón, está por allí, siguiendo esa especie de senda –señaló la parte más oscura del bosque, a la que casi no se veía nada.

-      -  Gracias –dijo, cortante, el padre de Wendy.

Los padres de la chica empezaron a caminar por donde dijo el anciano, pero, Wendy, antes de seguirles, escuchó al poseedor de la escopeta murmurar algo que solo llegó a oír ella y que le puso los pelos de punta:

-       - Parece que Storm va a poder comer hoy…-decía el anciano-  Estúpidos…venir precisamente el día en el que vuelve a la vida …

Nada más acabar  su frase, éste empezó a reírse de una manera que congeló completamente toda la sangre de la oyente.

-       - Bien, pandilla –dijo el padre de la ojiazul- ¡Por aquí!

-       - Si…-dijeron, al unísono, Wendy y su madre, ambas aún asustadas por lo sucedido.

Los dos adultos caminaban, ya, tranquilamente atentos en el camino por el que iban, mientras que la chica de sudadera morada iba pensando, o mejor dicho, intentando dar alguna respuesta racional a lo que acababa de murmurar ese anciano minutos antes, pues se formulaba preguntas como: “¿Quién o qué es Storm?”, “¿Por qué dice el anciano loco ese que va a comer?”, “¿Por qué tendrá botas nuevas? .La chica intentaba razonar todo esto para que no le sonara terrorífico y poder verlo de una manera normal, al final, se le ocurrió lo siguiente: <<A ver…Quizá Storm sea un perrito adorable, que nos venga a robar los zapatos mientras dormimos, y que cuando se los lleve a su dueño, éste le dará comida como recompensa…claro.>>; pero esta “idea” no le valía y entró en un pequeño pánico. <<¿¡A quién quiero engañar!? ¡Esto va a acabar MUY mal! Quiero volver a casa…>>, eso fue lo último que pudo pensar antes de volver a la realidad, pues había escuchado un grito, por el tono, proveniente de su madre.

-       - ¿Mamá? Espera…¿¡Dónde están mis padres!? –dijo preocupada para después empezar a correr para poder encontrar a sus padres.

-       - Ya está, cariño –era la voz del padre de Wendy, al escuchar a su progenitor, la chica se dirigió hacia donde había escuchado la voz- No pasa nada, solo era un bicho…

Los encontró, al parecer lo que provocó a la madre de Wendy gritar había sido un simple insecto, que alivio sintió la ojiazul en ese momento; esa situación le dio para seguir pensando: <<Ufff…falsa alarma…debí de haberme quedado atrás pensando y como mis padres son tan buenos padres, han seguido sin mí, no los culpo, si yo fuera delante, me olvidaría de ellos también>>, no lo decía en serio, solo quería darle un toque de humor a la situación para poder dejar su miedo en el olvido.

-       - ¿Estás bien, mamá? –ya sabía lo ocurrido, pero quería saber si su madre estaba bien.

-       - Sí, cariño, ¿y tú?

-       - ¿Yo?

-       - Sí –contestó la madre sonriendo- te quedaste atrás.

-       - ¿Eh? ¡Sí! Me quedé pasmando, hehe –se rascaba la nuca algo avergonzada.

-      -  Pues no pasmes y vente con nosotros –dijo, esta vez, el padre- que ya se está haciendo de noche.

<<Qué raro, mis padres suelen ser amables, aunque mi padre no lo parecía…>>, pensó Wendy algo confusa.

-      -  ¡Vamos! –dijeron los dos adultos a la vez- Tenemos que llegar antes de que se haga muy tarde.

Eso sí que hizo que la ojiazul estuviera aún más nerviosa, ¿sus padres hablando al mismo tiempo? Según ella: aquí hay “gato encerrado”. Emprendieron la marcha.
No pasaron ni veinte segundos cuando, de repente, Wendy notó que la nariz de su padre y la de su madre sangraban ligeramente.

-     -   Mamá…papá…-estas palabras hicieron que ambos se dieran la vuelta para prestarle atención.

-       - ¿Si, cielo? –a la madre se la notaba nerviosa, en cambio, el padre no decía nada.

-       - Esto…os está sangrando la nariz –se puso seria- a los dos.

-       - Eh…-tibuteó-… eso…pues…emmm…

El padre seguía sin decir nada, está acción hizo sospechar a Wendy, ésta se armó de valor e interrumpió los titubeos inútiles de su “madre”:

-       - Mamá, ¿me dejas tu móvil?

-       - ¿Para qué? –dijo en un tono intimidante que nunca antes había oído Wendy- ¿Qué vas a hacer con él?

<<Está claro, no son ellos>>, pensó.

-     -   Pues para llamar a la policía, está claro que vosotros no sois mis padres.

Sus “padres” se quedaron petrificados, con la mirada clavada en el suelo.

-       - No…-dijo su “madre”.
-      -   Puedes…-dijo su “padre”.
-      -  Escapar…-dijeron, esta vez, los dos al unísono.

Acto seguido miraron a Wendy, éstos con los ojos negros, provocando que la ojiazul comenzara a correr hacia ningún lugar en concreto: solo buscaba huir.

-       - No puede ser…-murmuró la chica de la chaqueta morada con los ojos cristalizados- Tengo que esconderme…rápido.

No sabía si los había despistado, pero siguió huyendo, pues ahora tendría que buscar un buen escondite.
Después de correr sin rumbo durante casi cinco minutos, decidió meterse en un tronco hueco, según ella: un “sitio infalible para evitar la muerte.”
El tronco se hallaba en el suelo, en posición horizontal, al lado de unos arbustos y piedras; en otras palabras: estaba tumbada y rodeada de objetos que impedían encontrarla.
Dicho escondrijo tenía un beneficio extra, pues poseía un agujero por el que Wendy podía ver el exterior, una cosa realmente útil, ya que podía ver si corría el riesgo de ser encontrada.

-       - Oh, no…-murmuró.

Se escuchaban unos pasos dirigiéndose hacia su escondite. Nada más oír eso, se tapó la boca como pudo para no hacer ruido, pues cabía justa en aquel lugar y moverse le costaba un poco. Mientras, pudo reconocer, mirando por el agujero, que esos pasos provenían de su querido padre, que se hallaba enfrente y lejos de donde se encontraba ella.
La ojiazul asustada se quedó sin palabras y toda su sangre se dirigió rápidamente a sus pies por lo que acababa de presenciar delante de sus narices: su padre acababa de vomitar una especie de líquido negro y acto seguido, se desmayó, cayendo al suelo.
Perpleja y asustada por lo que acababa de ver, Wendy sentía, en ese mismo instante, fuertes impulsos que le ordenaban ir a ayudar a su padre, pero decidió no moverse de ahí por su propio bien.
Pero, cuando la chica ya no podía estar más asustada, notó que algo la tomó por los pies y la sacaba de dentro del tronco, provocando que ésta dejara las marcas de sus uñas ahí mientras soltaba un grito que se podría decir que lo pudo oír el bosque entero.

-      -  No puedes escapar –dijo una voz realmente grave y áspera.

La ojiazul prefirió no abrir sus ojos por su bien, no quería morirse del susto.

-       - Venga…-animó a la chica la misteriosa voz- es de mala educación no mirar a alguien cuando te habla…¿no crees?

Su voz daba realmente miedo, la pobre chica de la chaqueta morada no sabía que hacer: ¿Abrir los ojos y enfrentarse a su cruel destino? Era una locura, una locura que obtó por hacer. Una pregunta se acabó convirtiendo en una acción.
Volvió a gritar, ya que lo que había visto no era algo a lo que se le pudiera decir “bonito”.

-       -  ¡No grites! –dijo irritado esa especie de monstruo.

Era de color negro, hacia arriba tenía dos grandes puntos rojos que no podían ser otra cosa que sus ojos. No se podía distinguir mucho más, solo que tenía adoptada una forma de lobo.

Al abrir su boca, se podían ver filas y filas de dientes afilados como cuchillos, deseosos de morder a alguien.

-      -  ¿T-tú eres Storm? –tartamudeó.

La extraña criatura respondió con un simple gesto afirmativo y con una sonrisa en lo que parecía ser su rostro.

-      -  Veo que conoces el nombre de tu asesino…-su sonrisa se iba ampliando a medida que hablaba-…y al asesino de tus padres.

-       - ¿Tú has…? –dijo mientras sus ojos se llenaban de lágrimas- ¿¡Qué!?

-       - Tranquila…-dijo aún más sonriente que antes- Pronto te reunirás con ellos.

Mientras el monstruo denominado Storm hablaba, Wendy aprovechó para coger una linterna que había guardado en su mochila para la futura y ya imposible, acampada.

-       - Y…-su sonrisa se esfumó en un abrir y cerrar de ojos, continuó hablando, esta vez enfadado y confuso- ¿¡qué estás haciendo!?

La ojiazul lo apuntó rápidamente con su linterna, provocando que Storm gritara y soltara bruscamente a Wendy, haciendo que ésta cayese al suelo y empezase a correr, pero…

-       -  ¡¡Hey!! –gritó el cegado por la luz del objeto. Enfadado, de un garrotazo le hizo una herida en la pierna a la chica.

De dicha herida comenzaba a salir, no mucha pero algo sí, sangre; casi no podía caminar, ¿Cómo iba, entonces, a poder correr? Aunque ella no pudiera hacer ni una cosa ni la otra, no se iba a rendir tan fácilmente.
Fue a la pata coja a esconderse en el primer buen sitio que encontrara, pero todo esfuerzo sería inútil, ya que su pierna dejaba una estela color escarlata en la hierba.
De repente, la ojiazul se cayó en un agujero, esto provocando un nuevo grito y también que su herida sangrase más que antes. La caída había dejado sus dos piernas inmóviles, ahora si que sería imposible escapar.

-       - Vaya, vaya…-dijo Storm con una sonrisa- veo que has encontrado tu tumba… -Wendy se quedó callada mientras lloraba cada vez más en silencio-…o comedor –se rió- o al menos para mí.

Mientras la criatura negra como la mismísima noche hablaba, la chica de la chaqueta morada intentó coger su linterna, pero…no la encontraba.

-      -  ¿Buscas esto? –le enseñó su linterna- ¿Algunas palabras antes de reunirte con tus padres?

-       - Sí…-contestó la ojiazul con una mirada llena de odio- Te odio…

Storm sonrió y entró en la “tumba” para comenzar su trabajo, éste. De un mordisco, le había arrancado a la pobre chica su pierna. La pobre Wendy no paraba de gritar y llorar, pues le estaba quitando todos sus miembros uno a uno. Dolía muchísimo. Era como el infierno en la Tierra misma. Por cada desprendimiento de su cuerpo, gritaba cada vez más alto y sentía cada vez más sueño.

-      -  Bye, bye –comenzó a decir Storm en inglés, y continuó, poniendo sus afiladas garras en el cuello de la pobre chica- It’s time to sleep, little princess…
Todo se volvió oscuro para Wendy y todo el agujero estaba lleno de sangre, los tenis de la pobre niña se encontraban ensangrentados en mitad de un charco de sangre.


········································································


-       - ¿Enserio, abuelito? –decía una niña con dos coletas acompañada de un adorable osito de peluche- No me lo creo.

-       - Yo…-musitó su hermano mayor-…creo que no podré dormir hoy.