https://teresadientedeleon.blogspot.com/2012/11/hablando-en-plata-frases-hechas-y.html
Mi participación en el ''concurso'' de las frases hechas.
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Debí
cerrar mal anoche la persiana, ya que unos pocos rayos de luz amenazaban con
apoderarse de mi recogido cuarto mientras, de desperezaba estirando los brazos
acompañados de algún que otro bostezo. Miré mi reloj, con gran dificultad a
causa de mi reciente despertar, eran casi las siete en punto: la hora de
levantarme, que suerte. Me levanté y tambaleando, me dirigí al cuarto de baño
para asearme, en otras palabras, fui para no verme tan despeinado y albanado
como hace apenas unos segundos. Aproveché la ocasión para vestirme; escogí una
de mis mejores vestimentas: una camisa blanca siendo cubierta por una preciosa –
en mi opinión – americana color beige, los pantalones, del mismo color para terminar
una corbata roja adornando mi cuello.
Me
deslizo hasta la cocina para prepararme un café, no hay nada mejor que una
buena taza de dicha bebida para despertarse completamente. Mientras la cafetera
se las arreglaba para elaborar el café, yo tomé la importante decisión de
prepararme unas tostadas. Unas tostadas a las que después cubriría con
mermelada de melocotón y otras de fresa. Buenísimas.
Cuando
me encontraba terminando de degustar este delicioso manjar, la sofisticada máquina
de hacer café llamó mi atención: estaba listo.
En
una taza de cuidada porcelana blanca fue donde vertí una pequeña parte de la
jarra, en la que anteriormente se encontraba rebosante del delicioso líquido
marrón. Quemaba.
Miré
la hora – esta vez con el reloj de mi muñeca izquierda – quedaba poco tiempo
para marcharme. Tenía que darme un poco de prisa si no quería salir tarde para
ir al trabajo.
Dejando
el café enfriando, me dirigí a preparar mi cartera, recuerdo haber dejado mi estuche
en el escritorio…
Ya
con todo listo, vuelvo a la cocina, esta vez con el objeto antes citado, para
beber el café ya templado. Buenísimo. Cuando termino dejo la taza en el
fregadero, junto al plato que usé para comer las tostadas, para ir al servicio
a arreglarme antes de salir por la puerta e ir a trabajar.
Al
salir de mi acogedora morada siempre procuro fechar la puerta, no quiero que me
roben nada de esas cosas que salen en el televisor.
Decido
ir andando hasta el I.E.S. Siem-Gum, donde trabajo: un edificio de ladrillos
pintados de un naranja oscuro que, en mi opinión queda bien; unas ventanas
decoran las paredes mientras que las puertas no hacen mucho acto de presencia.
Una bandera de nuestro país adornaba, cual guinda en un pastel, la que sería la
entrada del edificio. Un gran reloj llamaba la atención de todo el que caminaba
por allí cerca, haciendo que personas de todas las edades se fijasen en los
números romanos y las agujas de hierro que se plasmaban allí mismo. Perfecto.
Unas
voces me sacaron de mis pensamientos justo cuando esperaba a que el semáforo me
diera la señal de paso. Hablaban dos chicas, de unos dieciséis años – más o
menos – por lo que sé de lengua castellana, la materia que enseño en el
instituto, que usaban una gran variedad de vulgarismos. Un registro bastante
coloquial…
-
Y,
tía, te lo juro – dijo una de las chicas – se armó la Marimorena en la casa
del Ricky cuando hizo la megafiesta esa.
-
¿Por
qué? – preguntó confusa su acompañante.
-
Joder,
los padres le pusieron el castigo del siglo.
-
¿Le
han vuelto a quitar la paga o le mandarán a trabajar para su abuela “again”?
-
Ni
chicha ni limoná –
contestó sin darle mucha importancia a lo que dijo su amiga – No podrá salir en
un mes.
-
“LOL” – se sorprendió – Que desgraciado, el pobre…”castigao”…
Menos mal que el semáforo cambió a rojo,
porque si no, les habría dado una buena clase para mejorar su vocabulario.
Siempre he sido una persona morigerada, pero me molestan las personas así.
Dejando a esas dos jovencitas, ahora
fuera de mi vista, pude darme cuenta de como se encontraba la calle. Había
estado lloviendo toda la noche y obviamente, el suelo estaba mojado y con
grandes charcos, de un agua sucia, más no todos. El ambiente desprendía un
ligero y poco perceptible olor a preticor agradable.
Dirigí mi vista al cielo sin dejar de
caminar, un gran arrebol se hacía presente al mirar hacia arriba; me atrevería
a decir que había una ligera iridiscencia en algunas partes.
Egresando a la realidad, me fijo en una
señora, una mendiga, lo sé por la ropa.
-
“Darme” una monedita, - suplicaba – “porfavó”, una ayuda para mí.
Me costó ignorarla, más bien no pude resistirme
a obsequiarle unas cuantas monedas brillantes.
-
Gracias,
señor – agradeció – es “usté” muy
amable.
-
No
es nada, señora – a pesar de que sus errores gramaticales se clavaban en mi
cerebro como cuchillas, me limité a sonreír e irme.
Cuando me alejé, no pude evitar pensar
una frase hecha, perfecta para la situación: << Apaga y vámonos>>,
esta sociedad debería aprender más sobre la lengua, ¿quién sería capaz de
entenderte si hablas como un mono? Nadie, excepto la demás gente como tú. ¿Por
qué no esforzarse en aprender un poquito más? Si a las personas que están en la
calle les dieran clases o si, la juventud prestara más atención a los estudios…
En un santiamén cambiaría la sociedad, pondría la
mano en el fuego a que tengo razón.
Llego al instituto y como siempre, solo
hay dos alumnos, - no les he dado clase pero se ve que son de primero.
Les saludo con una sonrisa mientras bajo
levemente la cabeza y ellos me responden con un …
-
¡Buenos
días, “profe”!
El edificio está completamente vacío. Miro
mi reloj me percato de que ya son las ocho. Voy a la sala de profesores a coger
unas fichas para mis pupilos. Dentro si que había humanidad, estaba Susan, la
profesora de Gimnasia, Reah, la profesora de Ciencias Sociales, y Leonardo, el
profesor de Educación Plástica y Audiovisual, les saludo a los cinco minutos me
voy al aula en la que tendría que dar clase a primera hora.
-
Mmm
– murmuró – Así que la clase 4ª, ¿eh?
Abro la puerta lentamente – aún sabiendo
que nadie se hallaba dentro – y dejo mis cosas en el escritorio. Es una mesa
verde, con un ordenador a la derecha, el teclado se hallaba cerca del monitor,
al igual que el ratón o “mouse”.
Me siento en la silla acolchada que está
específicamente colocada en las aulas para nosotros, los profesores. De mi
cartera saco los exámenes de la otra clase para ponerme a corregirlos, ¿qué más
podía hacer mientras nos venían mis alumnos?
Por fin llegaron y como todos los lunes
por la mañana, entraron en “grupitos” y cada uno de ellos llegando cada vez más
tarde. Decidí comenzar la clase, el timbre había sonado hace cinco minutos.
-
Bien,
chicos y chicas – digo mientras me levanto – Hoy hablaremos de las frases
hechas, ¿alguien sabe lo que es?
-
No –
responden
-
¿Su
significado?
Se hizo un silencio sepulcral
-
Ejem…
¿qué son las frases hechas? – a la tercera va la vencida, ¿no?
-
“Profe”… - contestó una alumna de pelo
rubio – Es lunes
-
Y
por la mañana – continuó otra
-
Para
mí como si es un domingo por la mañana – exclamo – Una frase hecha es una frase
o expresión que tiene forma fija – dicto – A ver… ¿alguien sabe qué significa
la frase hecha “dar gato por liebre”?
Otra vez el silencio, es como si le
hablara a una pared.
-
Emmm…
- empezó a decir uno de mis muchos alumnos – Sería como que… en vez de darte una
cosa te dan otra, ¿no?
-
Sí…
emmm… bueno, digamos que sí – expuse - ¿alguno de vosotros me sabría decir una
frase hecha?
-
¡Oh!
– exclamó uno de los chicos de la primera fila – “vete a la porra” es una de
esas, ¿no?
-
Sí –
afirmo mientras él se alegra - ¿Y qué significa?
Su sonrisa se desvanece.
-
Me
lo temía… veamos… - pienso – para que les sea fácil de recordar… es lo que se
dice cuando nos tocan las narices – la clase se empieza a reír. Mando
callar mientras esbozo un sonrisa - ¿otra frase hecha más?
Otra vez silencio… qué tímidos.
-
“Las
paredes oyen”… - todos en la clase la miran con atención, yo el que más. Susie
nunca habla, a no ser que sea para decir algo… oscuro – Oh… y también “cría cuervos
y te sacarán los ojos”… - mostrando una imperceptible sonrisa… es lo que
siempre dice mamá… - nada más terminar, se hunde en su asiento.
-
Vale…
muy bien Susie… bien chicos, el significado… - cojo aire – la primera significa
que hay cuestiones que tienen que quedarse en secreto sí o sí, y la segunda que
todo el afecto entregado se convierte en ingratitud, ¿entienden?
Nadie responde, esto es como una escuela
de “zombies”.
-
Esta
clase brilla por su ausencia. ¿Así van a ser todas las clases hasta que
me jubile?
-
“Estar
a dos velas”, que significa que no tienes dinero ni nada – dice uno.
-
“Echarle
a uno el muerto” es que otro cargue con la culpa – dice otro.
-
“Morder
el polvo” significa perder o caer vencido – contó otro.
-
“Vérsele
el plumero”… alguien que…. Deja entrever claramente sus intenciones, ideas…
y pensamientos – añadió otro
Chicos y chicas… - digo algo furioso -
¿están leyendo los ejemplos del libro?
-
No…
- responden todos al unísono. Nos echamos todos a reír.
De un castigo o un negativo no se libran