- ¡Si,
por fin es viernes! – una pequeña chica se hallaba saltando de un lado a otro
por toda su gran habitación color naranja pastel- ¡Puente, pueeeeeeeeeeente!
–ella en verdad estaba realmente feliz, pues las clases le parecían bastante
aburridas y le gustaba vivivi aventuras como a todo infante.
- - Jaja…-esa
risa tan dulce solo podía ser de una persona: su madre. Ésta estaba apoyada en
el marco de la puerta, admirando el divertido espectáculo que le estaba dando
su querida hija.
Al
oír la risa de su progenitora, la cara de la niña se ponía cada vez más de un
tono rojizo, significando que se moría de vergüenza.
- - ¡Mamá,
no te rías, mala persona! –nada más acabar la frase, un puchero se hizo frente
en su rostro suave y frágil cual pluma.
- - Ay…vale,
vale…-esbozó una gran sonrisa, conteniendo sus ganas de reír por la reciente
acción de su hija- Venga, peque, prepara tus cosas para la acampada.
Los
ojos de la niña se iluminaron como si el propio sol hubiera aparecido ahí, en ese
mismo instante al decir esas palabras. Su rostro había vuelto a la normalidad y
comenzó a sonreír, haciendo desaparecer el gesto antes hecho. Su madre
desapareció del campo de visión de toda persona que se encontrara en la
habitación color naranja pastel para dirigirse a su propio cuarto y así poder
preparar sus cosas para la acampada junto al hombre de la casa.
Volviendo
a la más joven de la vivienda, sí, la más joven pues tiene 13 años recién
cumplidos hace casi más de un mes, y no tenía hermanos ni hermanas con los que
compartir su tiempo ni experiencias. Ella es de cabellos oscuros, concretamente
de color negro, con unas preciosas mechas moradas adornando la mitad de su pelo
para abajo y ojos de un azul intenso. Siempre lleva puesta una chaqueta morada,
en su opinión: dicha prenda le queda realmente bien por sus mechas.
Aventurera,
simpática, amigable, creativa, extrovertida, valiente y lo más importante:
divertida, esas son algunas de sus mejores cualidades.
De
nombre sus padres le pusieron: Wendy.
- - A
ver…-volviendo al presente, la chica de ojos azules como el mismísimo mar
estaba repasando las cosas que iba a llevar a la acampada, pues ya había hecho
su mochila y estaba comprobando que todo lo necesario estuviese ahí, para no
olvidarse de nada importante-…¿ropa?…¡listo!...¿repelente?…¡listo!...¿pijama y
saco de dormir?…¡listo! –después de nombrar y localizar más objetos, la chica
casi se olvida de lo más importante- ¡Oh, cierto, casi se me olvida!, ropa
cómoda y para caminar - ésta corrió hacia el armario, pues los vaqueros que
llevaba no eran lo que se decía…cómodos, se decidió por unos leggins negros, porque, para ella, eran
la mejor cosa para las aventuras, y una camiseta de manga corta de color blanca
que le habían regalado por su último cumpleaños. Cuando acabó de cambiarse, se
dirigió al zapatero que estaba en una esquina, cerca del armario, para coger
unos tenis blancos y acto seguido ponérselos, ya que, estaba descalza- ¡listos
y puestos! –en su rostro se formó una gran sonrisa- Pues… ¡Todo listo!
Se
puso su amada y preciada chaqueta morada, que por cierto, se la regaló su
queridísima abuela ya fallecida hace alrededor de un año, haciendo que esta
prenda tuviese un valor incalculable para la chica, y se colgó su mochila, ya
lista, en la espalda.
Al
salir de su habitación, se dirigió al salón a ver si sus padres también estaban
listos, pero no los encontró ahí, ni ahí ni en ningún sitio de la casa… Wendy
empezaba a preocuparse, pero esta preocupación no duró ni diez segundos, pues
había escuchado el claxon del coche de su padre en el jardín de delante. Se
apresuró a salir por la puerta, <<¿¡Se van a ir sin mí!?>>, pensó.
- - ¡Por
fin apareces! –dijo su padre mientras colocaba las cosas de la acampada en el
maletero del coche- Ya empezábamos a pensar que al final no querías venir…
-Wendy se sentía un poco enfadada. Su propio padre la acababa de llamar tardona
en toda su cara. Al final lo tomó como una broma e ignoró el comentario- oye,
cariño, hazme el favor y pásame esa caja.
La
ojiazul cogió dicho objeto, un poco pesado en su opinión, y se lo dio a su
padre. Éste respondió con un simple: “Muchas gracias, peque”, adornado con una
sonrisa, a lo que ella correspondió devolviéndole el gesto a su querido
progenitor.
- - ¡Todo
preparado, venga, al coche, chicas! –ambas rieron y le obedecieron respondiendo
con un: “¡Si, mi capitán!”
Ya
dentro de esa máquina denominada coche, el único hombre de la casa, arrancó
dicho transporte, poniendo rumbo al bosque donde sería la ansiada acampada.
Durante
el largo trayecto, Wendy se quedó profundamente dormida después de estar
admirando el paisaje durante un buen rato, mientras, sus padres, estaban
escuchando tranquilamente la radio.
- - ¡Ya
llegamos! - sonrió- ¡Despierta, dormilona! –dijo el padre de la poseedora de la
chaqueta morada, intentando despertarla, mientras la madre estaba al lado de
ella dándole suaves toques en el brazo para despertarla.
- - ¿Eh,
qué? –abrió lentamente sus ojos, bostezando y estirándose, para luego
incorporarse y darse cuenta de una cosa…- ¿Pero qué? –estaba sorprendida- ¡Si
esto es un aparcamiento…!
Nadie
le contestó, ya que sus padres la dejaron despertarse tranquilamente nada más
ver que ésta empezó a abrir sus ojos.
Ambos estaban quitando las cosas del maletero.
Wendy
bajó del coche situándose al lado de sus progenitores, y dijo mientras miraba a
su alrededor:
- - ¿Vamos
a acampar aquí? –se hizo presente un silencio de por lo menos cinco segundos,
por lo que decidió continuar hablando- ¡Qué bien! Mi primera acampada en un
aparcamiento, ¡qué ilusión! –nada más acabar, empezó a dar pequeños saltitos en
el sitio.
- - No
seas boba, cariño –dijo su madre con un tono dulce pero burlón- vamos a ir
caminando hasta el bosque.
- - Pero…
-Wendy se dio cuenta de un dato algo importante-…está oscureciendo…yyyyyyyyy
paso de que nos perdamos –dijo cruzándose de brazos dando media vuelta.
- - ¡Venga,
llegaremos antes de lo que piensas!
<<Otra
vez intentando animarme con sus frases “positivas”…pues le voy a chafar el
plan>>, pensó, para después añadir:
- - Y…
¿Cuánto tardaremos en llegar? –sonrió maliciosamente, esperando a la metedura
de pata de su padre.
- - Pues…esto…tardaremos…
–el silencio reinó durante alrededor de siete segundos, hasta que decidió
continuar, para así, hacer lo que quería su hija- …no sé.
La
madre de Wendy fulminó con la mirada al que acababa de cometer un error que le
costaría cocinar durante toda la semana como castigo para compensar semejante
acto que para nada, motivaba a la
pequeña chica a moverse de ahí. Mientras, dicha persona estaba aguantándose,
con todas sus fuerzas, las ganas de echarse a reír a carcajadas.
- - EJEM,
lo que tu padre quiso decir, -dijo ocultando su enfado la madre de Wendy- es
que no tardaremos mucho; como dijo tu padre antes de fastidiarla, llegaremos
antes de lo que tú piensas.
- - Vale…-
dijo la ojiazul para empezar a seguir a sus padres, pues estos ya habían
comenzado a andar.
<<Mamá
me ha mentido, estoy pensando y aún no hemos llegado…que triste es que tu
propia madre te mienta en la cara en mitad de una acampada…>>, pensaba
Wendy, distraída.
Decidió
dirigir sus pensamientos hacia otra cosa, como por ejemplo: el bosque en el que
se encontraba con su familia. <<Wow… a pesar de estar oscureciendo, el
bosque no parece muy terrorífico…es más, es perfecto para… ¡oh, no, la cámara!,
¡Me la dejé en casa!>>, siguió hablando en su interior, pues cuanto más
lo hacía, menos aburrida estaba y más rápido le parecía que pasaba el tiempo.
- - ¡Qué
bonito está el bosque…! -dijo la madre
de la chica de cabellos morados y negros- ¡Tenía que haber traído la cámara!
Bueno, usaré la del móvil.
- - Que
no se te gaste la batería, cariño…recuerda que solo tenemos tres baterías
portátiles para cargar los móviles…
- - Si,
si, lo sé –ignorando a su esposo, empezó a sacar fotos.
<<¡¿Qué
narices?! ¿Desde cuándo mi madre sabe leer la mente? Si es así…yo he podido
heredarlo, ¿no?>>, su imaginación era impresionante.
- - ¡Hey!
–dijo el padre de Wendy, llamando la atención de sus dos acompañantes- ¡Un
señor!, le preguntaremos por si acaso por donde se va al Centro de Acampada…
Era
un señor realmente mayor, en otras palabras, un anciano, pues por su aspecto
parecía rondar los ochenta años, por lo menos. Una gran barba gris, por la
suciedad, se adueñaba de la cara del pobre hombre y el poco pelo que tenía en
la cabeza, era del mismo color que el elemento antes mencionado. Vestía ropas
andrajosas, pues estaban rotas y sucias, con manchas de distintos tamaños y de
diferentes colores, y descoloridas. Lo más destacable era las brillantes botas
que acogían a sus pies; también llevaba un sombrero de paja que parecía hecho
por él mismo.
Dicha
persona se encontraba limpiando una escopeta con un trozo de tela que, al igual
que la ropa, estaba descolorida.
La
familia se acercó al nuevo sujeto, pero, Wendy, se quedó con su madre, es
decir, un paso por detrás de su querido padre. Solo la ojiazul sentía un poco
de miedo.
- - ¡Buenas
tardes, señor! –el padre empezó a hablarle a aquella extraña persona- ¿Podría
indicarnos por dónde ir al Centro de
Acampada?
<<Bien
empezamos…>>, el sarcasmo era un recurso bastante utilizado por la chica,
le encantaba, le hacía sentirse realmente bien.
El
anciano no respondió.
- - Emmm…
¿señor? –se atrevió a decir la madre de Wendy- ¿Está usted bien?
De
repente, se escuchó un disparo; esto hizo a la familia entera sobresaltarse.
- - Esta
escopeta…- dijo, por fin, el misterioso anciano-…puede ser vieja, pero eso no
quiere decir que no sea potente, ¿ven?
Todos,
menos el que acababa de hablar, se quedaron petrificados, haciendo que el
silencio se apoderara otra vez más del lugar; no se escuchaba el píar de los
pájaros, ni el sonido del viento moviendo las hojas de los árboles…no se
escuchaba nada. Solo silencio. Nada más.
- - Es
de muy mala educación no responder a una pregunta –dijo el anciano levantando
la cabeza, ya que había estado todo el tiempo mirando su preciosa arma- Eso no
me gusta…tendrán que aprender modales…
Nada
más acabar la frase, Wendy se convirtió en un manojo de nervios, pues, aparte
del tono de voz y de lo que acababa de decir, el hombre tenía un ojo de
cristal. “La combinación perfecta”, según
ella.
- - Disculpe,
señor, con todos mis respetos…-dijo el padre de la chica, armado de valor- pero
usted tampoco nos ha respondido.
Wendy
empezó a sentir admiración por su padre, pues él acababa de demostrar que era
realmente valiente.
El
anciano sonrió por ese gesto inesperado y decidió contestarle con una simple
frase:
- - Tiene
usted toda la razón, está por allí, siguiendo esa especie de senda –señaló la
parte más oscura del bosque, a la que casi no se veía nada.
- - Gracias
–dijo, cortante, el padre de Wendy.
Los
padres de la chica empezaron a caminar por donde dijo el anciano, pero, Wendy,
antes de seguirles, escuchó al poseedor de la escopeta murmurar algo que solo
llegó a oír ella y que le puso los pelos de punta:
- - Parece
que Storm va a poder comer hoy…-decía
el anciano- Estúpidos…venir precisamente
el día en el que vuelve a la vida …
Nada
más acabar su frase, éste empezó a
reírse de una manera que congeló completamente toda la sangre de la oyente.
- - Bien,
pandilla –dijo el padre de la ojiazul- ¡Por aquí!
- - Si…-dijeron,
al unísono, Wendy y su madre, ambas aún asustadas por lo sucedido.
Los
dos adultos caminaban, ya, tranquilamente atentos en el camino por el que iban,
mientras que la chica de sudadera morada iba pensando, o mejor dicho,
intentando dar alguna respuesta racional a lo que acababa de murmurar ese
anciano minutos antes, pues se formulaba preguntas como: “¿Quién o qué es Storm?”, “¿Por qué dice el anciano loco
ese que va a comer?”, “¿Por qué tendrá botas nuevas?” .La chica intentaba
razonar todo esto para que no le sonara terrorífico y poder verlo de una manera
normal, al final, se le ocurrió lo siguiente: <<A ver…Quizá Storm sea un perrito adorable, que nos
venga a robar los zapatos mientras dormimos, y que cuando se los lleve a su
dueño, éste le dará comida como recompensa…claro.>>; pero esta “idea” no
le valía y entró en un pequeño pánico. <<¿¡A quién quiero engañar!? ¡Esto
va a acabar MUY mal! Quiero volver a casa…>>, eso fue lo último que pudo
pensar antes de volver a la realidad, pues había escuchado un grito, por el
tono, proveniente de su madre.
- - ¿Mamá?
Espera…¿¡Dónde están mis padres!? –dijo preocupada para después empezar a
correr para poder encontrar a sus padres.
- - Ya
está, cariño –era la voz del padre de Wendy, al escuchar a su progenitor, la
chica se dirigió hacia donde había escuchado la voz- No pasa nada, solo era un
bicho…
Los
encontró, al parecer lo que provocó a la madre de Wendy gritar había sido un
simple insecto, que alivio sintió la ojiazul en ese momento; esa situación le
dio para seguir pensando: <<Ufff…falsa alarma…debí de haberme quedado
atrás pensando y como mis padres son tan buenos padres, han seguido sin mí, no
los culpo, si yo fuera delante, me olvidaría de ellos también>>, no lo
decía en serio, solo quería darle un toque de humor a la situación para poder
dejar su miedo en el olvido.
- - ¿Estás
bien, mamá? –ya sabía lo ocurrido, pero quería saber si su madre estaba bien.
- - Sí,
cariño, ¿y tú?
- - ¿Yo?
- - Sí
–contestó la madre sonriendo- te quedaste atrás.
- - ¿Eh?
¡Sí! Me quedé pasmando, hehe –se rascaba la nuca algo avergonzada.
- - Pues
no pasmes y vente con nosotros –dijo, esta vez, el padre- que ya se está
haciendo de noche.
<<Qué
raro, mis padres suelen ser amables, aunque mi padre no lo parecía…>>,
pensó Wendy algo confusa.
- - ¡Vamos!
–dijeron los dos adultos a la vez- Tenemos que llegar antes de que se haga muy
tarde.
Eso
sí que hizo que la ojiazul estuviera aún más nerviosa, ¿sus padres hablando al
mismo tiempo? Según ella: aquí hay “gato encerrado”. Emprendieron la marcha.
No
pasaron ni veinte segundos cuando, de repente, Wendy notó que la nariz de su
padre y la de su madre sangraban ligeramente.
- - Mamá…papá…-estas
palabras hicieron que ambos se dieran la vuelta para prestarle atención.
- - ¿Si,
cielo? –a la madre se la notaba nerviosa, en cambio, el padre no decía nada.
- - Esto…os
está sangrando la nariz –se puso seria- a los dos.
- - Eh…-tibuteó-…
eso…pues…emmm…
El
padre seguía sin decir nada, está acción hizo sospechar a Wendy, ésta se armó
de valor e interrumpió los titubeos inútiles de su “madre”:
- - Mamá,
¿me dejas tu móvil?
- - ¿Para
qué? –dijo en un tono intimidante que nunca antes había oído Wendy- ¿Qué vas a
hacer con él?
<<Está
claro, no son ellos>>, pensó.
- - Pues
para llamar a la policía, está claro que vosotros no sois mis padres.
Sus
“padres” se quedaron petrificados, con la mirada clavada en el suelo.
- - No…-dijo
su “madre”.
- - Puedes…-dijo
su “padre”.
- - Escapar…-dijeron,
esta vez, los dos al unísono.
Acto
seguido miraron a Wendy, éstos con los ojos negros, provocando que la ojiazul
comenzara a correr hacia ningún lugar en concreto: solo buscaba huir.
- - No
puede ser…-murmuró la chica de la chaqueta morada con los ojos cristalizados-
Tengo que esconderme…rápido.
No
sabía si los había despistado, pero siguió huyendo, pues ahora tendría que
buscar un buen escondite.
Después
de correr sin rumbo durante casi cinco minutos, decidió meterse en un tronco
hueco, según ella: un “sitio infalible para evitar la muerte.”
El
tronco se hallaba en el suelo, en posición horizontal, al lado de unos arbustos
y piedras; en otras palabras: estaba tumbada y rodeada de objetos que impedían
encontrarla.
Dicho
escondrijo tenía un beneficio extra, pues poseía un agujero por el que Wendy
podía ver el exterior, una cosa realmente útil, ya que podía ver si corría el
riesgo de ser encontrada.
- - Oh,
no…-murmuró.
Se
escuchaban unos pasos dirigiéndose hacia su escondite. Nada más oír eso, se
tapó la boca como pudo para no hacer ruido, pues cabía justa en aquel lugar y
moverse le costaba un poco. Mientras, pudo reconocer, mirando por el agujero,
que esos pasos provenían de su querido padre, que se hallaba enfrente y lejos
de donde se encontraba ella.
La
ojiazul asustada se quedó sin palabras y toda su sangre se dirigió rápidamente
a sus pies por lo que acababa de presenciar delante de sus narices: su padre
acababa de vomitar una especie de líquido negro y acto seguido, se desmayó,
cayendo al suelo.
Perpleja
y asustada por lo que acababa de ver, Wendy sentía, en ese mismo instante, fuertes
impulsos que le ordenaban ir a ayudar a su padre, pero decidió no moverse de
ahí por su propio bien.
Pero,
cuando la chica ya no podía estar más asustada, notó que algo la tomó por los
pies y la sacaba de dentro del tronco, provocando que ésta dejara las marcas de
sus uñas ahí mientras soltaba un grito que se podría decir que lo pudo oír el bosque
entero.
- - No
puedes escapar –dijo una voz realmente grave y áspera.
La
ojiazul prefirió no abrir sus ojos por su bien, no quería morirse del susto.
- - Venga…-animó
a la chica la misteriosa voz- es de mala educación no mirar a alguien cuando te
habla…¿no crees?
Su
voz daba realmente miedo, la pobre chica de la chaqueta morada no sabía que hacer:
¿Abrir los ojos y enfrentarse a su cruel destino? Era una locura, una locura
que obtó por hacer. Una pregunta se acabó convirtiendo en una acción.
Volvió
a gritar, ya que lo que había visto no era algo a lo que se le pudiera decir
“bonito”.
- - ¡No
grites! –dijo irritado esa especie de monstruo.
Era
de color negro, hacia arriba tenía dos grandes puntos rojos que no podían ser
otra cosa que sus ojos. No se podía distinguir mucho más, solo que tenía
adoptada una forma de lobo.
Al
abrir su boca, se podían ver filas y filas de dientes afilados como cuchillos,
deseosos de morder a alguien.
- - ¿T-tú
eres Storm? –tartamudeó.
La
extraña criatura respondió con un simple gesto afirmativo y con una sonrisa en
lo que parecía ser su rostro.
- - Veo
que conoces el nombre de tu asesino…-su sonrisa se iba ampliando a medida que
hablaba-…y al asesino de tus padres.
- - ¿Tú
has…? –dijo mientras sus ojos se llenaban de lágrimas- ¿¡Qué!?
- - Tranquila…-dijo
aún más sonriente que antes- Pronto te reunirás con ellos.
Mientras
el monstruo denominado Storm hablaba,
Wendy aprovechó para coger una linterna que había guardado en su mochila para
la futura y ya imposible, acampada.
- - Y…-su
sonrisa se esfumó en un abrir y cerrar de ojos, continuó hablando, esta vez
enfadado y confuso- ¿¡qué estás haciendo!?
La
ojiazul lo apuntó rápidamente con su linterna, provocando que Storm gritara y soltara bruscamente a
Wendy, haciendo que ésta cayese al suelo y empezase a correr, pero…
- - ¡¡Hey!!
–gritó el cegado por la luz del objeto. Enfadado, de un garrotazo le hizo una
herida en la pierna a la chica.
De
dicha herida comenzaba a salir, no mucha pero algo sí, sangre; casi no podía
caminar, ¿Cómo iba, entonces, a poder correr? Aunque ella no pudiera hacer ni
una cosa ni la otra, no se iba a rendir tan fácilmente.
Fue
a la pata coja a esconderse en el primer buen sitio que encontrara, pero todo
esfuerzo sería inútil, ya que su pierna dejaba una estela color escarlata en la
hierba.
De
repente, la ojiazul se cayó en un agujero, esto provocando un nuevo grito y
también que su herida sangrase más que antes. La caída había dejado sus dos
piernas inmóviles, ahora si que sería imposible escapar.
- - Vaya,
vaya…-dijo Storm con una sonrisa- veo
que has encontrado tu tumba… -Wendy se quedó callada mientras lloraba cada vez
más en silencio-…o comedor –se rió- o al menos para mí.
Mientras
la criatura negra como la mismísima noche hablaba, la chica de la chaqueta morada intentó coger su linterna, pero…no la encontraba.
- - ¿Buscas
esto? –le enseñó su linterna- ¿Algunas palabras antes de reunirte con tus
padres?
- - Sí…-contestó
la ojiazul con una mirada llena de odio- Te odio…
Storm sonrió y entró en la “tumba” para
comenzar su trabajo, éste. De un mordisco, le había arrancado a la pobre chica
su pierna. La pobre Wendy no paraba de gritar y llorar, pues le estaba quitando
todos sus miembros uno a uno. Dolía muchísimo. Era como el infierno en la
Tierra misma. Por cada desprendimiento de su cuerpo, gritaba cada vez más alto
y sentía cada vez más sueño.
- - Bye, bye –comenzó a decir Storm en inglés, y continuó, poniendo sus afiladas garras en el
cuello de la pobre chica- It’s time to
sleep, little princess…
Todo
se volvió oscuro para Wendy y todo el agujero estaba lleno de sangre, los tenis
de la pobre niña se encontraban ensangrentados en mitad de un charco de sangre.
········································································
- - ¿Enserio,
abuelito? –decía una niña con dos coletas acompañada de un adorable osito de
peluche- No me lo creo.
- - Yo…-musitó
su hermano mayor-…creo que no podré dormir hoy.