03 marzo 2019

Un día más




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Mi participación en el ''concurso'' de las frases hechas.


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Debí cerrar mal anoche la persiana, ya que unos pocos rayos de luz amenazaban con apoderarse de mi recogido cuarto mientras, de desperezaba estirando los brazos acompañados de algún que otro bostezo. Miré mi reloj, con gran dificultad a causa de mi reciente despertar, eran casi las siete en punto: la hora de levantarme, que suerte. Me levanté y tambaleando, me dirigí al cuarto de baño para asearme, en otras palabras, fui para no verme tan despeinado y albanado como hace apenas unos segundos. Aproveché la ocasión para vestirme; escogí una de mis mejores vestimentas: una camisa blanca siendo cubierta por una preciosa – en mi opinión – americana color beige, los pantalones, del mismo color para terminar una corbata roja adornando mi cuello.
Me deslizo hasta la cocina para prepararme un café, no hay nada mejor que una buena taza de dicha bebida para despertarse completamente. Mientras la cafetera se las arreglaba para elaborar el café, yo tomé la importante decisión de prepararme unas tostadas. Unas tostadas a las que después cubriría con mermelada de melocotón y otras de fresa. Buenísimas.
Cuando me encontraba terminando de degustar este delicioso manjar, la sofisticada máquina de hacer café llamó mi atención: estaba listo.
En una taza de cuidada porcelana blanca fue donde vertí una pequeña parte de la jarra, en la que anteriormente se encontraba rebosante del delicioso líquido marrón. Quemaba.
Miré la hora – esta vez con el reloj de mi muñeca izquierda – quedaba poco tiempo para marcharme. Tenía que darme un poco de prisa si no quería salir tarde para ir al trabajo.
Dejando el café enfriando, me dirigí a preparar mi cartera, recuerdo haber dejado mi estuche en el escritorio…
Ya con todo listo, vuelvo a la cocina, esta vez con el objeto antes citado, para beber el café ya templado. Buenísimo. Cuando termino dejo la taza en el fregadero, junto al plato que usé para comer las tostadas, para ir al servicio a arreglarme antes de salir por la puerta e ir a trabajar.
Al salir de mi acogedora morada siempre procuro fechar la puerta, no quiero que me roben nada de esas cosas que salen en el televisor.
Decido ir andando hasta el I.E.S. Siem-Gum, donde trabajo: un edificio de ladrillos pintados de un naranja oscuro que, en mi opinión queda bien; unas ventanas decoran las paredes mientras que las puertas no hacen mucho acto de presencia. Una bandera de nuestro país adornaba, cual guinda en un pastel, la que sería la entrada del edificio. Un gran reloj llamaba la atención de todo el que caminaba por allí cerca, haciendo que personas de todas las edades se fijasen en los números romanos y las agujas de hierro que se plasmaban allí mismo. Perfecto.
Unas voces me sacaron de mis pensamientos justo cuando esperaba a que el semáforo me diera la señal de paso. Hablaban dos chicas, de unos dieciséis años – más o menos – por lo que sé de lengua castellana, la materia que enseño en el instituto, que usaban una gran variedad de vulgarismos. Un registro bastante coloquial…

-              Y, tía, te lo juro – dijo una de las chicas – se armó la Marimorena en la casa del Ricky cuando hizo la megafiesta esa.
-              ¿Por qué? – preguntó confusa su acompañante.
-              Joder, los padres le pusieron el castigo del siglo.
-              ¿Le han vuelto a quitar la paga o le mandarán a trabajar para su abuela “again”?
-              Ni chicha ni limoná – contestó sin darle mucha importancia a lo que dijo su amiga – No podrá salir en un mes.
-              “LOL” – se sorprendió – Que desgraciado, el pobre…”castigao”
Menos mal que el semáforo cambió a rojo, porque si no, les habría dado una buena clase para mejorar su vocabulario. Siempre he sido una persona morigerada, pero me molestan las personas así.
Dejando a esas dos jovencitas, ahora fuera de mi vista, pude darme cuenta de como se encontraba la calle. Había estado lloviendo toda la noche y obviamente, el suelo estaba mojado y con grandes charcos, de un agua sucia, más no todos. El ambiente desprendía un ligero y poco perceptible olor a preticor agradable.
Dirigí mi vista al cielo sin dejar de caminar, un gran arrebol se hacía presente al mirar hacia arriba; me atrevería a decir que había una ligera iridiscencia en algunas partes.
Egresando a la realidad, me fijo en una señora, una mendiga, lo sé por la ropa.
-              “Darme” una monedita, - suplicaba – “porfavó”, una ayuda para mí.
Me costó ignorarla, más bien no pude resistirme a obsequiarle unas cuantas monedas brillantes.
-              Gracias, señor – agradeció – es “usté” muy amable.
-              No es nada, señora – a pesar de que sus errores gramaticales se clavaban en mi cerebro como cuchillas, me limité a sonreír e irme.
Cuando me alejé, no pude evitar pensar una frase hecha, perfecta para la situación: << Apaga y vámonos>>, esta sociedad debería aprender más sobre la lengua, ¿quién sería capaz de entenderte si hablas como un mono? Nadie, excepto la demás gente como tú. ¿Por qué no esforzarse en aprender un poquito más? Si a las personas que están en la calle les dieran clases o si, la juventud prestara más atención a los estudios…
En un santiamén cambiaría la sociedad, pondría la mano en el fuego a que tengo razón.
            Llego al instituto y como siempre, solo hay dos alumnos, - no les he dado clase pero se ve que son de primero.
Les saludo con una sonrisa mientras bajo levemente la cabeza y ellos me responden con un …
-              ¡Buenos días, “profe”!
El edificio está completamente vacío. Miro mi reloj me percato de que ya son las ocho. Voy a la sala de profesores a coger unas fichas para mis pupilos. Dentro si que había humanidad, estaba Susan, la profesora de Gimnasia, Reah, la profesora de Ciencias Sociales, y Leonardo, el profesor de Educación Plástica y Audiovisual, les saludo a los cinco minutos me voy al aula en la que tendría que dar clase a primera hora.
-        Mmm – murmuró – Así que la clase 4ª, ¿eh?
Abro la puerta lentamente – aún sabiendo que nadie se hallaba dentro – y dejo mis cosas en el escritorio. Es una mesa verde, con un ordenador a la derecha, el teclado se hallaba cerca del monitor, al igual que el ratón o “mouse”.
Me siento en la silla acolchada que está específicamente colocada en las aulas para nosotros, los profesores. De mi cartera saco los exámenes de la otra clase para ponerme a corregirlos, ¿qué más podía hacer mientras nos venían mis alumnos?
Por fin llegaron y como todos los lunes por la mañana, entraron en “grupitos” y cada uno de ellos llegando cada vez más tarde. Decidí comenzar la clase, el timbre había sonado hace cinco minutos.
-        Bien, chicos y chicas – digo mientras me levanto – Hoy hablaremos de las frases hechas, ¿alguien sabe lo que es?
-        No – responden
-        ¿Su significado?
Se hizo un silencio sepulcral
-        Ejem… ¿qué son las frases hechas? – a la tercera va la vencida, ¿no?
-        Profe”… - contestó una alumna de pelo rubio – Es lunes
-        Y por la mañana – continuó otra
-        Para mí como si es un domingo por la mañana – exclamo – Una frase hecha es una frase o expresión que tiene forma fija – dicto – A ver… ¿alguien sabe qué significa la frase hecha “dar gato por liebre”?
Otra vez el silencio, es como si le hablara a una pared.
-        Emmm… - empezó a decir uno de mis muchos alumnos – Sería como que… en vez de darte una cosa te dan otra, ¿no?
-        Sí… emmm… bueno, digamos que sí – expuse - ¿alguno de vosotros me sabría decir una frase hecha?
-        ¡Oh! – exclamó uno de los chicos de la primera fila – “vete a la porra” es una de esas, ¿no?
-        Sí – afirmo mientras él se alegra - ¿Y qué significa?
Su sonrisa se desvanece.
-        Me lo temía… veamos… - pienso – para que les sea fácil de recordar… es lo que se dice cuando nos tocan las narices – la clase se empieza a reír. Mando callar mientras esbozo un sonrisa - ¿otra frase hecha más?
Otra vez silencio… qué tímidos.
-        Las paredes oyen”… - todos en la clase la miran con atención, yo el que más. Susie nunca habla, a no ser que sea para decir algo… oscuro – Oh… y también “cría cuervos y te sacarán los ojos”… - mostrando una imperceptible sonrisa… es lo que siempre dice mamá… - nada más terminar, se hunde en su asiento.
-        Vale… muy bien Susie… bien chicos, el significado… - cojo aire – la primera significa que hay cuestiones que tienen que quedarse en secreto sí o sí, y la segunda que todo el afecto entregado se convierte en ingratitud, ¿entienden?
Nadie responde, esto es como una escuela de “zombies”.
-        Esta clase brilla por su ausencia. ¿Así van a ser todas las clases hasta que me jubile?
-        Estar a dos velas”, que significa que no tienes dinero ni nada – dice uno.
-        Echarle a uno el muerto” es que otro cargue con la culpa – dice otro.
-        Morder el polvo” significa perder o caer vencido – contó otro.
-        Vérsele el plumero”… alguien que…. Deja entrever claramente sus intenciones, ideas… y pensamientos – añadió otro
Chicos y chicas… - digo algo furioso - ¿están leyendo los ejemplos del libro?
-        No… - responden todos al unísono. Nos echamos todos a reír.
De un castigo o un negativo no se libran